20/12/17

Haciendo Memoria


“Los egresados” 
Promoción 1962 
Escuela Normal de Quilmes
 Por Julia Rossignol


Nuestra amiga Julia compartió días pasados estas reflexiones que nos resulta grato publicar en el espacio Haciendo Memoria, al que invitamos a otros exalumnos. ¡Muchas gracias Julia!


En la sección del Diario Clarín del 10 de diciembre leí una nota de Silvia Fesquet: “El agridulce reencuentro de egresadas”. Era domingo y nosotros habíamos tenido nuestra reunión de cincuenta y cinco años de egresados el día anterior. Imposible entonces, no aunar lectura y vivencias. Además, digo nosotros, porque mi esposo también es egresado de la misma división y año, es decir, otro compañero (pero esto es tema de otro texto al que llamaría “Amores de juventud no siempre son flor de un día”)

Volvamos a nuestra reunión. Todavía estoy feliz y conmovida. ¡Fue tan hermoso el encuentro! Nos abrazamos, reímos, lloramos, hablamos todos a la vez, la vida transcurrida invade los diálogos, de a dos, en grupo, todos juntos.

Hay aspectos que son increíbles: la confianza, el cariño, la fuerza. Parece que salimos ayer de la escuela y nada hubiera cambiado.

Al principio fue muy fuerte. Reconocernos en nuestros nuevos cuerpos, en el cabello blanco o ver que por milagros de la época las morochas se volvieron rubias! Es un impacto y lo hicimos con hidalguía y mucho amor, nosotros, los que pudimos… porque también están los que no pudieron, porque no se animaron o porque ya partieron. A ellos los recordaremos siempre con sus caras adolescentes.

Cada encuentro contiene proyectos y promesas, también algunas frases que encierran verdades duras. 

- ¡No vamos a dejar pasar mucho tiempo! En seis meses nos volvemos a reunir.

- Y el clásico ¡Si Dios quiere!

Cuando nos despedimos la algarabía da lugar a la nostalgia. Nos vamos viendo partir. Nos prometemos compartir las fotos, publicarlas en facebook y enviarnos aquellas fotos viejas que algunos conservamos.

¡Mandame la de la calle Rivadavia!

Yo no me acuerdo. ¿Que hacíamos en la calle Rivadavia?

Y aún en la despedida volvemos a reír.

Promoción 1962 en la calle Rivadavia
10/12/2017 - 00:01
El agridulce reencuentro de egresadas                                         
PASIONES ARGENTINAS

Cae la tarde, casi veraniega, y una brisa ligera empieza a soplar en el jardín a la sombra. Sentadas a una larga mesa, nueve mujeres retoman una conversación interrumpida muchos años atrás. En rigor, no es una sino muchas las conversaciones, a veces lineales, en otros momentos cruzadas y en simultáneo, que se entablan en esa merienda demorada.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron. Una recuerda un encuentro en un restaurante de Belgrano; otra se acuerda del fondo al aire libre de un acogedor boliche de Palermo; una tercera evoca la reunión en la casa de alguna que esta vez faltó a la cita. No todas concurrieron a las mismas convocatorias. Se hace difícil conciliar horarios, agendas, responsabilidades familiares, compromisos laborales, viajes.

Muchas ya no viven aquí; diferentes circunstancias y necesidades, propias o ajenas, las alejaron del lugar donde crecieron y hoy escriben desde el sur, desde el norte, o desde aún más lejos: México, Estados Unidos, Alemania. La tecnología, bendita sea, ayuda a acortar distancias y acerca fotos, mensajes, inquietudes. Como a borbotones, van surgiendo nombres en la charla. De algunas se ha perdido el rastro; amigas íntimas de entonces, con el paso del tiempo casi no han vuelto a verse. De muchas otras, cada una de las presentes tiene algún dato o una amistad inalterable mantenida a despecho de las inclemencias de la vida y sus circunstancias. De aquel viaje a Bariloche a los padres ya mayores, la charla surfea o profundiza, según corresponda, por los años que pasaron. Hay un encanto agridulce en toda reunión de egresadas. 




5/12/17

DÍA INTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO
5 DE DICIEMBRE

"La gente servicial y modesta suscita 
una admiración inmediata.
Las organizaciones suelen ver como 
una bendición a los que están
dispuestos a asumir las pesadas, 
monótonas y poco gloriosas tareas
que otros rechazan o que nadie más 
está en condiciones de hacer."



¿Por qué un día dedicado al voluntariado?

El 17 de diciembre de 1985, la Asamblea General invitó a lo gobiernos a celebrar todos los años, el 5 de diciembre, el Día Internacional de los Voluntarios , y los exhortó a adoptar medidas para que se cobrara mayor conciencia de la importante contribución de los voluntarios, estimulando así a más personas en todas las condiciones sociales a ofrecer sus servicios, tanto dentro de su propio país como en el extranjero.

El programa de Voluntarios de las Naciones Unidas celebra el 5 de diciembre no sólo para resaltar la labor del voluntariado en todas sus facetas, sino también para rendir un homenaje especial a todos los voluntarios que trabajan para conseguir los nuevos objetivos mundiales.

La importancia del voluntariado y el desarrollo

Todos estos años, el Día Internacional de los Voluntarios se ha usado de forma estratégica: muchos países lo han aprovechado para destacar las contribuciones de los voluntarios hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ahora extendidos en los Objetivos para el Desarrollo Sostenible, una serie de metas destinadas, en un plazo de tiempo determinado, a combatir la pobreza, el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación hacia las mujeres.

La organización del Día Internacional de los Voluntarios suele ser resultado de la colaboración entre el sistema de las Naciones Unidas, gobiernos, organizaciones de voluntarios y personas comprometidas. También es frecuente que participen representantes de los medios de comunicación o del ámbito académico, fundaciones, el sector privado, grupos religiosos, así como organizaciones deportivas y recreativas.

Los voluntarios y nuestro proyecto

La Recuperación y Puesta en Valor del Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes "Silvia Manuela Gorleri" nunca se hubiera llevado a cabo sin contar con el invalorable aporte de los voluntarios que, desde el inicio, han aportado su tiempo, su dedicación y voluntad -valga la redundancia- colaborando cada uno en la medida de sus posibilidades. Once largos años en los que trabajaron alumnos, exalumnos y docentes. ¡Miles de horas!

¡Cuánto le debemos a ellos! Sin embargo, es necesario matizar con algunas observaciones.

Entre las numerosas virtudes del proyecto encabezado por la BNM [1] para la preservación de nuestro patrimonio histórico escolar, está la de capitalizar la cooperación voluntaria de diferentes miembros de las comunidades educativas, que por distintas razones se sienten impelidos a participar en el mismo. 

Como mencioné anteriormente, docentes, alumnos, ex-alumnos y otros miembros de nuestra comunidad comprometen su esfuerzo a través de contratos verbales y éticos, empeñan tiempo, se capacitan, robustecen la continuidad de la labor de recuperación del acervo documental y se hacen dignos merecedores de respeto y encomio por este hecho. En nuestro caso, como en muchos otros, únicamente a cambio de la gratificación moral e intelectual que puede reportar esta tarea. 

Sin embargo, muchos colaboradores tienen otras prioridades, igualmente respetables, y su dedicación al proyecto se verá afectada, cuando no subordinada, a cuestiones ajenas al mismo. 

Los alumnos deben avanzar en su carrera, obtener su título de grado y, probablemente, partir en busca de su destino laboral. Quizás de las nuevas cohortes de estudiantes surjan algunos que deseen incorporarse y será necesario –en consecuencia- repetir la capacitación e integrarlos en los siguientes tramos del trabajo. Tendrán una visión fragmentada del proceso; no obstante, su participación será no sólo valiosa sino valorada. 

También los demás participantes pueden verse atraídos por otros proyectos o, presionados por circunstancias de la vida, abandonar éste transitoria o definitivamente. 

La importancia de constituir un equipo de trabajo más o menos permanente se exhibe entonces en toda su magnitud. Si bien el compromiso es institucional, la cruda realidad es que el voluntariado es un camino horadado por baches más o menos profundos, que obstaculizan una fluida circulación. 

Otra vez aparece, en mi opinión, la necesidad de establecer cargos y salarios para preservar la continuidad de un programa de rescate del patrimonio que, día a día, adquiere –felizmente- mayor relieve y alcance a nivel nacional. 

Tal vez no sea necesario, al inicio, pensar que cada escuela debe tener un archivista. Pero al menos las instituciones involucradas en este programa lo necesitan con toda seguridad, y muchas de las razones que hay para ello se exponen en otros textos. 

Por otra parte, parece legítimo preguntarse por las políticas públicas relacionadas con los archivos y con la educación. Algunas jurisdicciones, la Pcia. de Buenos Aires por ejemplo, ofrecen preparación profesional en esta especialidad[2], enmarcada en el sistema educativo formal. Sin embargo, no disponen de nichos laborales para los graduados, aun cuando el desarrollo de la disciplina ha demostrado hace tiempo su importancia. 

Entonces, creemos que el Estado debería ser capaz de responder a las necesidades de los ciudadanos, promoviendo la implementación de mejores prácticas en el sector estatal y el desarrollo de más y mejores profesionales con vocación por lo público. 

Nos preguntamos, también, si se pueden desarrollar herramientas que permitan a la sociedad civil incrementar su capacidad de participación en las políticas del Estado. 

A quienes trabajan con el objetivo de contribuir a mejorarlas en todo su proceso se les torna evidente que estos momentos requieren una mayor articulación de esfuerzos de los diversos actores de la sociedad -públicos, privados, organizaciones no gubernamentales y académicos- en pos de generar nuevas y creativas respuestas para enfrentar los desafíos.[3]

NOTAS:

[1] BNM: Biblioteca Nacional del Maestro
[2] Desde 1983.
[3] Ducoté, Nicolás. “En tiempos de incertidumbre, es clave unir esfuerzos y compromisos”. CIPPEC, publicado en El Cronista, 16/12/2008. 

Fuentes: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/40/212
Fragmento de la Ponencia presentada en la Segunda Jornada de Recuperación del Patrimonio Histórico Educativo, Buenos Aires, 2009.

24/11/17

Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires


Trabajadores preocupados


Los trabajadores del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires le hicieron llegar al ministro de Gestión Cultural, Alejandro Gómez, la preocupación por “el proceso de desjerarquización” que vive la institución. Lo que motivó el reclamo fue la decisión de suprimir dentro del organigrama la dirección del Archivo. La institución es considerada la segunda más importante del país y cuenta con más de dos millones de documentos que abarcan desde el siglo XVII hasta el siglo pasado. La decisión de Gómez implica la caída de los sueldos de sus empleados.

Acerca del Archivo Histórico de la 
Provincia de Buenos Aires

El Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires "Dr. Ricardo Levene" fue creado el 15 de diciembre de 1925, por el entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, José Luis Cantilo, mediante el decreto N° 655. Su primer director ad honorem fue el Dr. Ricardo Levene. El Archivo dependía del Ministerio de Gobierno. Actualmente, el archivo cuenta con más de dos millones de documentos, organizados en más de 1.200 metros lineales de estantería, y es el segundo en importancia luego del Archivo General se la Nación.

El Archivo se fundó con la intención de centralizar los fondos documentales provenientes de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la Suprema Corte de Justicia y la Dirección General de Escuelas, que corrían serio riesgo de pérdida y deterioro. La primera sede del Archivo funcionó en la "Cárcel de Detenidos", en la calle 14 entre 48 y 49 de La Plata. En 1929 se trasladó a su ubicación actual, en el Pasaje Dardo Rocha, en la calle 49 entre 6 y 7, segundo piso, de la ciudad de La Plata.

En 1957, el Decreto-Ley N° 21.040 estableció que el Archivo debía ser el encargado de preservar y organizar los archivos municipales de la provincia. La existencia de estas fuentes documentales ocasionó que el Archivo se excediera en sus funciones, resolviendo disputas en torno a numerosos conflictos históricos, tales como el suscitado al objetarse una de las placas del Palacio Municipal de La Plata (1938), la investigación sobre la tribu de Coliqueo (1939), sobre la tragedia de Barranca Yaco (1935), sobre Invasiones inglesas (1939), entre otros. También participó en la Comisión de estudio del origen del nombre de 110 partidos provinciales (1942), y la compilación y análisis para estudio y redacción de la historia constitucional de la provincia (1942).

En 1969, el Decreto N° 5532, aprobó el Reglamento del Archivo, y el Archivo pasó a depender del Ministerio de Educación. En 2003, la Ley N° 13.056 creó el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, y a través de su artículo noveno, el Archivo pasó a estar bajo la órbita de este nuevo instituto.

Si bien la mayor parte del Archivo está compuesta por documentos provenientes de la provincia de Buenos Aires, una buena parte de los documentos anteceden en el tiempo a la formación de la provincia de Buenos Aires. La archivalía está compuesta por documentos que datan desde el siglo XVI, aunque el grueso de la documentación se encuentra concentrada en los siglos XVIII a la primera década del siglo XX. El fondo documental cuenta con las siguientes colecciones.

A través del Decreto N° 1.940/03 se actualizaron sus funciones, que pasaron a ser:

*Acrecentar la documentación y difundir el material que constituye el patrimonio del archivo;
preservar la documentación conforme la normativa vigente;
*planificar y ejecutar acciones de custodia, seguridad y restauración del material propio;
*supervisar y ejercer el control técnico de los archivos de los poderes públicos provinciales;
asesorar en materia histórica;
*organizar y mantener actualizado su registro documental en forma coordinada con la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de la provincia;
*prestar servicio bibliográfico relacionado con la historia provincial, argentina y americana;
*proponer la celebración de convenios con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales en materia de asistencia y colaboración técnica.

Fuentes: https://www.pagina12.com.ar/77801-trabajadores-preocupados / 23 de noviembre de 2017
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo_Hist%C3%B3rico_de_la_Provincia_de_Buenos_Aires 

90 años del Archivo Nacional de Chile

¿Cómo proteger los 
documentos digitales? 
El nuevo desafío del 
Archivo Nacional de Chile
P. Campos y A. Becerra 

Martes 21 de noviembre 2017 

El próximo 25 de noviembre, el Archivo Nacional celebrará 90 años. En este marco, la directora de la entidad patrimonial, Emma de Ramón, conversó con Diario y Radio Universidad de Chile sobre las tareas pendientes de la institución. La capacidad de almacenamiento y cómo enfrentar la era digital son dos de los puntos centrales.


El 25 de noviembre de 1927 se creó el Archivo Nacional (AN), entidad que surgió para unificar los dos organismos patrimoniales que operaban en esos años: el Archivo General de Gobierno (1887) y el Archivo Histórico Nacional (1925).

Entonces, esta nueva institución comenzó a proteger de manera sistematizada la información pública producida por las intendencias, gobernaciones, municipalidades y juntas de vecinos. Asimismo, se estableció que esta organización dirigiría dos secciones: una histórica y otra administrativa.

Con el paso de los años, el número de documentos resguardados por el AN creció hasta tal punto, que hoy es posible identificar más de 300 fondos y cientos de documentos entre fotografías, mapas y planos surgidos desde 1541.

“Estamos prácticamente colapsados. Aproximadamente tenemos espacio como para un años más”, afirma la directora de la entidad, Emma de Ramón.

Fotografía Archivo Nacional.
Actualmente, el Archivo Nacional cuenta con dos sedes: el Archivo Regional de la Araucanía (ARA)y el Archivo Regional de Tarapacá (ART). Sin embargo, esta descentralización no ha sido suficiente. Por ello, Emma de Ramón sostiene que “habría que aplicar procedimientos como tablas de retención”, es decir, seleccionar qué tipo de documentos es necesario conservar y por cuánto tiempo.

“Estos son procedimientos que han sido normados a nivel internacional, pero que aquí no han tenido mucho desarrollo”, señala la historiadora.

La archivística en tiempos digitales

Sin embargo, más allá del espacio que posee el Archivo Nacional, otro desafío para el organismo patrimonial es el cómo almacenar la información digital. De acuerdo a Emma de Ramón, “los documentos digitales son mucho más frágiles que los documentos en papel”.

“Basta con un virus o con que los programas computancionales queden obsoletos para perder los archivos. Entonces, corremos fácilmente el riesgo de que en diez años más los documentos digitales que acá tenemos, no puedan ser leídos”, advierte la investigadora.

En su opinión, en otros países como Australia se han desarrollado diversas técnicas que permiten la preservación de archivos digitales. En este sentido, la investigadora explica que uno de los temas más complejos es la conservación de la firma digital, porque tienen duraciones de tres o cinco años.

“Va a llegar un momento en que nosotros vamos a abrir un documento y no va a haber posibilidad de poder demostrar que fue firmado por la autoridad correspondiente en su momento. También respecto de eso hay varios desarrollos tecnológicos que deberíamos importar o desarrollar para garantizar que los documentos que se están firmando sean legibles de aquí a 500 años más”, subraya Emma de Ramón.

La dictadura: Un vacío difícil de superar

Por otro lado, Emma de Ramón sostiene que uno de los grandes vacíos que tiene la institución es la carencia de documentos generados durante la dictadura. “Hoy tenemos un tremendo problema, porque en el año 1989 se aprobó una modificación que faculta al Ministerio de Defensa y a todas las Fuerzas Armadas y Carabineros a administrar sus propios archivos”, dice.

“En este caso, se otorgó sin ningún tipo de normativa esas facultades al Ejército y ha pasado que últimamente se ha destapado que parte importante de los documentos de la Dina se habrían destruido. De todas maneras, nosotros tenemos información de DD.HH. Particularmente, los documentos de Gendarmería, es decir, los libros de ingresos y egresos de personas detenidas en las cárceles”, señala.

La celebración 

Para conmemorar sus 90 años, el Archivo Nacional realizará una serie de actividades como talleres y charlas. Este miércoles, por ejemplo, se realizará un taller sobre la conservación preventiva de los documentos, mientras que el próximo 29 de noviembre se efectuará un taller sobre el uso educativo de los archivos. La celebración culminará el próximo primero de diciembre.

Más información en Archivo Nacional.

Fuente: http://radio.uchile.cl/2017/11/21/como-proteger-los-documentos-digitales-el-nuevo-desafio-del-archivo-nacional/

18/11/17

BERNAL 1923
 INSTITUTO DE LAS HIJAS DE 
MARÍA AUXILIADORA 
Por Alejandro Gibaut

La actual zona de Villa Cramer había sido parte de la estancia de don Juan Antonio de Santa Coloma. A su fallecimiento primero y el de su esposa Ana Lezica después, esa porción quedó en manos de cuatro hijas de don Juan Antonio: Irene, Rosa, Manuela y Juana Paula. Solteras las cuatro, legaron a su fallecimiento esa fracción a su sobrina preferida, Gerónima Lezica. Hija de Gerónima Santa Coloma y Ciriaco Lezica (que, para agregar un chisme a la historia, era tío de su esposa), se casó con el abogado Julio Cramer: valga esta introducción familiar al menos para conocer el por qué del nombre del barrio y de su calle principal. Sea como sea, la vieja casona de don Juan Antonio pasó en 1899 a poder de su nieta.

Emilia Weber de Bó (esposa de don Carlos Bó y madre del reconocido actor y director cinematográfico Armando Bó), entonces presidenta de la Comisión de Ex Alumnas de María Auxiliadora, factótum de la llegada de doña Regina Pacini a Bernal.
Gerónima Lezica de Cramer pronto comenzó el loteo del importante terreno, pero no deseaba que la vieja casa familiar se perdiera. Por eso en 1908 la donó al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora [1], instalado en Bernal desde fines del siglo anterior, para que las hermanas levantaran allí un colegio. El intento se hizo, pero la obra resultó demasiado grande para la congregación y la barriada por lo que en marzo de 1914 se inauguró un Oratorio Festivo instruído por las hermanas y también el Centro de ExAlumnas [2]. Pero la casona, que ya estaba en muy malas condiciones, fue deteriorándose cada vez mas hasta entrar en peligro de derrumbe. Surgió entonces la necesidad de preservarla e instalar en ella, aunque no fuera el colegio originalmente pensado, al menos un salón-aula para la instrucción de las niñas del Oratorio. Y allí comenzaron entonces los pedidos de donaciones para juntar la gran suma de $3800 que costarían las refacciones. En el listado de donantes aparecen empresas de la zona como la fábrica de hierros de José Thenée, la Cervecería Quilmes, la Cía. General de Fósforos (dueña por entonces de la Papelera), lógicamente la Municipalidad de Quilmes, y también importantes vecinos de Bernal como María Solari de Pedemonte, viuda de don Agustín, o la sra. de Urquizú o doña Petrona Peri de Badaracco. Los ex alumnos del Colegio Salesiano también contribuyeron una más que importante suma. El proyecto finalmente pudo llevarse a cabo y la inauguración fue preparada para el 16 de noviembre de 1923.

Programa impreso para la ocasión, con el desarrollo del mismo 
Gobernaba el país en esos años don Marcelo Torcuato de Alvear, radical de rancia estirpe que había provocado un revuelo general en el patriciado criollo al casarse con la soprano portuguesa Regina Pacini: el mundo del teatro, así sea lírico, no era bien visto por la aristocracia de comienzos del siglo XX. A pesar de ese inicial rechazo "social", la pareja se consolidó y Regina abandonó el canto y se dedicó a la beneficencia, mas aún cuando se convirtió en Primera Dama. Hete aquí que, a través de la presidenta del Centro de ExAlumnas de María Auxiliadora, doña Emilia Weber de Bó, se le cursó invitación para que concurriera a apadrinar la inauguración del salón-aula en la vieja Santa Coloma. Y la Primera Dama aceptó. Así, ese viernes 16 de noviembre de 1923 visitó por primera vez Bernal, en función oficial, la esposa de un presidente argentino.

Collage de fotos del evento
¿Y cómo fue la visita? A eso de las 3 de la tarde doña Regina llegó al colegio, ubicado desde siempre en Avellaneda (entonces aún llamada Espora) y Belgrano, acompañada por la comisión de las Cooperadoras Salesianas. Fue allí recibida por doña Emilia Weber de Bó y por la Inspectora General de los Colegios de María Auxiliadora y la Directora del establecimiento, las Hermanas Magdalena Promis y Rosa Flanagan respectivamente. Luego de recorrer el colegio se le ofreció un "modesto lunch", durante el cual las Ex Alumnas le agradecieron su presencia a través de un discurso brindado por la secretaria de la institución. A las 4 y media la comitiva se trasladó, seguramente atravesando los campos bernalenses, hasta la "villa Santa Coloma" donde comenzaron los actos formales: formadas las alumnas del colegio y las escuadras gimnásticas, se le entregó a la Primera Dama un arreglo floral y, acto seguido, se dieron algunos discursos de rigor por representantes de las ex alumnas y de las alumnas de entonces. Este último, ofrecido por la niña Santina Bianchi, fue muy festejado por doña Regina. La banda del Colegio Salesiano interpretó el Himno del Instituto y tuvieron lugar entonces las demostraciones gimnásticas "con toda corrección y exactitud". Finalmente fueron bendecidas las nuevas instalaciones y la Primera Dama, luego de agradecer a las organizadoras "por la obra progresista y desinteresada a favor del pueblo", se retiró mientras sonaban "los acordes de una marcha triunfal". Y triunfal fue esa jornada para todo Bernal: un día como hoy, 16 de noviembre, de hace 94 años.

La presencia de la Primera Dama le sumó importancia al evento: unos días después la revista porteña "Caras y Caretas" publicaba esta foto de doña Regina Pacini en Bernal, sentada en el centro y rodeada de las damas de la Comisión de Ex Alumnas.

NOTAS:

[1] Fundado en 1898. Véase su historia en http://mariaauxiliadorabernal.blogspot.com.ar/p/historia.html
[2] 9/10/1913: Inicia las Actividades el Centro de Bernal de la Asociación de Exalumnas. Su Primera presidente fue la Sra. Enriqueta Oliveira que no llegó a terminar su mandato y fue sucedida por la Sra. Emilia Weber de Bo.
Fuentes: https://www.facebook.com/search/top/?q=bernal%2C%20su%20historia%20y%20su%20gente 
http://mariaauxiliadorabernal.blogspot.com.ar/p/historia.html
Fotos del sitio web de la Unión de Ex Alumnos del IMA

Encuentro Regional 
de Archivos Históricos Escolares

REGIÓN IV - DISTRITO QUILMES
 BIBLIOTECARIOS Y SECRETARIOS 
de ESCUELAS CENTENARIAS

15/11/2017

Archivo Histórico Escolar “Silvia Manuela Gorleri” 
de la Escuela Normal de Quilmes – 13:30 a 17:00 hs.

Programa de actividades

13.30 a 13.40 hs: Presentación de la jornada y bienvenida a cargo de la BRC Bibiana Riomayor.

13.40 a 14:10 hs: Palabras alusivas sobre la puesta en valor de los archivos escolares a cargo de las autoridades presentes y de la Coordinadora ad-honorem del AHE "Silvia Manuela Gorleri" de la Escuela Normal de Quilmes, Prof. Raquel Gail.

14.10 a 14.40 hs: Presentación del trabajo realizado en el marco de la Capacitación Piloto del Cendie en AHE en la Región 4 y las acciones generadas en los años 2016-2017, a cargo de Laura Biazzi, Bibiana Riomayor y bibliotecarios/as y secretarios/as de las EP 1, EP 13, EP 28 y EP 41.

14.40 a 15.10 hs: Espacio de trabajo colaborativo en el armado de una eventual agenda de acciones para el ciclo lectivo 2018.

15.10 a 15.30 hs: Merienda

15:30 a 15.45 hs: Medidas básicas de preservación y conservación a cargo de la Conservadora del AHE de la ENQ, Sra. Julia Volpati.

15.45 a 16.50 hs: Trabajos con los documentos del AHE "Silvia Manuela Gorleri".

16.50 hs: Finalización del encuentro.


Esta semana se realizó el encuentro cuyo programa está detallado más arriba, con algunos cambios a causa de la obligatoria evacuación de la escuela alrededor de las 15:00 hs. Como la eventualidad estaba prevista, la BRC había concertado previamente con la Directora de la Biblioteca Municipal, ubicada a escasa distancia, la posibilidad de completar las actividades en su sede.

Obviamente, la intervención colaborativa en el propio archivo hubo de ser cancelada.


Estuvieron presentes el Sr. Leonardo Lambardi (Referente del programa BERA) por el CENDIE, las Sras. y Srtas. Mariel Bartl, Karina Di Crescenzio (EP 41), Mariana Lucero (EP 13 y EP 44), Miriam Correa (EP 51 y San José Obrero), María Laura Coronel (EP 1 y EEE 502), Judy Villegas (ISFD 54 y EES 6), Silvia Balquinta (EES 20 y DIPREGEP), el Sr. Ariel Ghizzardi, las Sras. Susana von Lurzer, Julia Volpati y Raquel Gail por el AHE de la Unidad Académica y, naturalmente, las Sras. Bibiana Riomayor y Laura Biazzi que condujeron la reunión.

De todas estas instituciones, una de las más antiguas, la EP 13, fundada en 1900, prácticamente no conserva documentación histórica. Por el contrario, en la EP 28 [1] se tuvo la buena fortuna de hallar un documento referido a la colocación de la piedra fundamental del actual edificio, en el año 1945, desconocido para el personal actual.


Dadas las circunstancias excepcionales que interrumpieron el programa pautado y el traslado a la Sala Histórica de la Biblioteca Municipal, se realizó la presentación a cargo de las representantes de cada escuela; la exposición a cargo de la Sra. Volpati sobre medidas básicas y sencillas que contribuyen a la conservación de los materiales encontrados en las escuelas y, luego, un intercambio que permitió conocer más detalles de las características que adoptó el proyecto en cada caso.


La BRC explicó que la capacitación se replicó este año en la Región 2 y estuvo a cargo de la Técnica Laura Biazzi, quien suministró algunos pormenores; por otra parte se hizo difusión de esta primera experiencia en encuentros que tuvieron lugar en Avellaneda y en Entre Ríos. En este último (JOBAM 2017) las capacitadoras tomaron contacto con el proyecto que se desarrolla en Mar del Plata [2] y supieron de la aplicación del software ICA-ATOM que les interesó en grado sumo.

También se anticipa una repetición en la Región 4 para el próximo año, ampliada a los distritos de Berazategui y Florencio Varela, con sede nuevamente en la ENQ.

Además, indicó una tarea a las participantes que consiste en hacer previsiones para avanzar con los proyectos durante el año 2018 y presentar un cronograma tentativo.


Las voces de los capacitados

Después de haber transitado la capacitación ¿cuál es tu conclusión? 

“Fue una experiencia altamente positiva, de aprendizaje permanente. Destaco la calidad pedagógica y por sobre todo la humana. Deseo que esta capacitación sea el inicio de otras y para más agentes, comprendiendo que conociendo la historia se construye el presente con mirada al futuro” (Miriam Correa, secretaria EP 28 Quilmes).

“¡Sobresaliente!, Nos abrió la mente el descubrir que en esas cajas desordenadas esparcidas por rincones de la escuela se encuentran historias que pueden cobrar vida convirtiéndose en un recurso didáctico de gran valor” (Karina Di Crescienzo, bibliotecaria EP 41, Quilmes).



A posteriori y habiéndose liberado ya el acceso a las instalaciones escolares, el Sr. Lambardi hizo una prolongada visita al Archivo Histórico de la ENQ, donde se le explicaron algunos de los criterios aplicados hasta el momento, el origen de los recursos materiales, se le mostraron tipos documentales del patrimonio allí reunido, trabajos de restauración hechos por la conservadora, se discutieron las necesidades que los voluntarios consideran prioritarias.

NOTAS:
[1] Creada en 1916, aunque previamente hubo una Escuela para mujeres adultas que llevó ese número.
[2] Archivo Histórico Escolar Escuela Cooperativa Amuyen. Trabajo colectivo encarado por el Centro de Estudios Históricos, el Departamento de Historia, el Departamento de Documentación y el grupo de extensión "Universidad y Escuela" de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Mar del Plata.

16/11/17

HACIA LA FOTOTECA DIGITAL DE LA ESCUELA NORMAL DE QUILMES *

Ponencia presentada en la 11ª Jornada de Fotografía Histórica de Quilmes 
el 1º de setiembre de 2012 ©


Las tareas de Recuperación y Puesta en Valor de la documentación que constituye el acervo del Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes, en las que me encuentro gustosamente involucrada, se iniciaron en setiembre de 2006, con un proyecto diseñado gracias a la preocupación de un grupo de alumnos del Profesorado de Historia. Desde entonces hemos trabajado sin pausa pero con la lentitud que nos impone la circunstancia de ser un reducido grupo de voluntarios, que ni siquiera se ha mantenido fijo en el tiempo. 

Este acervo contiene, además de los documentos textuales propios de una institución educativa, una cierta cantidad de fotografías, exactamente 566 positivas, 16 diapositivas y una fotografía enmarcada de la primera promoción de maestros; algunas de ellas remiten a la inauguración de la Escuela, en el año 1912. Para nuestra fortuna, la mayor parte se encuentra en buen estado de conservación. 

En este momento estoy presentando ante Uds. por primera vez, un proyecto que he diseñado y que se desglosa del mencionado al comienzo, que podríamos denominar “Hacia la Fototeca Digital de la Escuela Normal de Quilmes”

Pienso que “la imagen fotográfica juega un importante papel en la transmisión, conservación y visualización de las actividades políticas, sociales, científicas o culturales de la humanidad, de tal manera que se erige en verdadero documento social.” [1]

Acompañaré esta presentación con imágenes de nuestro archivo para enfatizar algunos aspectos.

Justificación preliminar: 

Quiero citar a del Valle Gastaminza: “La fotografía no es una copia fiel de la realidad, no es sólo una reproducción de algo que existe o ha existido. La fotografía es una representación icónica mucho más codificada de lo que habitualmente se admite. Y aunque se acuñen frases que pasan a ser estereotipos que la definen como la “cristalización del instante visual”, el “certificado de presencia” o la “reproducción no mediatizada”, lo cierto es que la fotografía se separa mucho de la realidad o, incluso, de la percepción humana de la realidad: en primer lugar, la fotografía elimina cualquier información… no susceptible de ser reproducida por medios ópticos. Además, reduce la tridimensionalidad característica del mundo real a la bidimensionalidad propia del plano, remarcada por el cuadro, elegido por el fotógrafo, como límite infranqueable y con una remarcable alteración de la escala de representación. La fotografía, salvo mediante recursos convencionales de lenguaje visual, no reproduce el movimiento, más aún, detiene el tiempo y, además, elimina o altera el color. Es decir, que consideramos a la fotografía como un documento integrado por soporte e información transmisor de un mensaje codificado que exige un esfuerzo decodificador por parte del destinatario. Por todo ello hay que insistir en que, cuando analizamos fotografías, no analizamos la realidad sino una representación de la realidad, si bien es cierto que se trata de una representación que percibimos muy fiel pese a los códigos. 

Ahora bien, dejando al margen las fotos manipuladas o trucadas, lo que sí puede afirmarse es que lo que aparece en una fotografía estuvo ante el objetivo de la cámara, la fotografía es lo que fue, lo que existió en un momento dado. Desde [una] perspectiva documentalista esta dimensión testimonial e histórica es enormemente importante, es lo que confiere a la fotografía su función de memoria individual y colectiva.”[2]

Las fotografías son –entonces- representaciones de la realidad traducidas en conocimiento humano, por lo que transmiten información relevante para cualquier estudio, ya que aluden a aspectos de una época, lugar o sociedad determinados y a las características de los individuos.[3]

“Los cambios más llamativos que se han producido en los últimos años en la investi­gación en historia de la educación tienen que ver, sobre todo, con las fuentes utilizadas. La incorporación de fuentes orales y visuales, como objeto de estudio o como fuente histórica, gracias en gran parte a las nuevas tecnologías, nos ha permitido ampliar [la variedad de] los temas estudiados”.[4]

Los historiadores de la educa­ción construyen historias sobre lo que constituye el pasado y, conscientes de ello o no, esas historias están influidas por el lugar que tienen dichos investigadores en el presente. Un lugar que no sólo es geográfico, sino temporal, social, vital, emocional, etc.[5]

Ciertamente, “la imagen se ha convertido en una fuente esencial para los historiadores... A través de su estudio se puede acceder a otros niveles de análisis en los procesos de reconstrucción del pasado.”[6]

En este aspecto, “lo verdaderamente interesante es comprender cómo las imágenes se relacionan con otros conceptos… `Es imposible producir una explicación al margen del marco lingüístico porque las imágenes que se despliegan y se interpretan en campos sociales, institucionales y políticos están discursivamente saturadas. Pero, al mismo tiempo, es necesario reconocer la irreductibilidad de la imagen al texto (o viceversa)´ (Nóvoa, 2003: 70).”[7] Volveremos sobre la cuestión lingüística más adelante. 

“Las imágenes, como toda fuente, hablan a quien sabe preguntarles. En este sentido, Sachetto (1992) dice que los objetos de la escuela son objetos huella que nos informan de lo que ha sucedido en los establecimientos educativos y tienen su propia memoria”.[8] Siguiendo a este autor, consideramos las fotografías de nuestro acervo histórico como parte de esos objetos que debemos interrogar para comprender el fenómeno educativo de otras épocas. 

Carmen Sanchidrián Blanco[9] plantea tres propósitos que se ven favorecidos con la incorporación de imágenes a la investigación histórico-educativa: 

1) Ir más allá de la descripción del escenario educativo. “Querer saber más de más cosas” son sus palabras. Hacer buenas preguntas sobre el pasado como requisito imprescindible para obtener buenas respuestas. Puede que ni siquiera así las obtengamos, pero si no sabemos preguntar, no podremos obtener respuestas, ni buenas ni malas. El talento del historiador consiste precisamente, en encontrar preguntas y decidir por dónde y cómo buscar las respuestas, en detectar lo que es prometedor. 

2) Ampliar los espacios y los tiempos que estudiamos. Deberíamos esforzarnos por ampliar nuestros temas, y no sólo en el tiempo, como señala la autora. En nuestro caso, dado que se trata de imágenes fotográficas y no de cualquier tipo de iconografía, los límites temporales los determinan la fundación de la escuela como inicio y la actualidad, siempre escurridiza hacia el futuro, como finalización. La historia de la educación no se ocupa sólo de la educación escolar (sistema educativo), pero ésta sigue teniendo un fuerte protagonismo, sin abandonar la educación familiar, social, etc.... 

3) Aprovechar el potencial evocador y el componente emocional de las imágenes. “El contenido de la imagen fotográfica -en su calidad de intrigante documento visual-, puede ser al mismo tiempo revelador de in­formaciones y detonador de emociones”[10]. El uso de las fotografías en las investigaciones va frecuentemente unido al uso de fuentes orales y entonces la carga emocional y la subjetividad son mayores porque, como dice Burke, “contar la historia de una fotografía en el contexto de la historia de la educación es un acto emocional: tiene que ver con la experiencia individual”. Frente a fotos escolares, la mayoría de las personas nos hablarán de su escuela, de su educación, de su familia, de sus relaciones con sus hermanos, de sus juegos… incluso viendo fotos que no sean suyas. Les ayudarán a evocar sus experiencias, las compararán con lo que ellos ven en la foto (que puede distar de lo que nosotros vemos)… Cuando sea posible, preguntaremos a los protagonistas de la foto acerca de ella, ¿qué recuerdan? ¿Qué pasó antes y después de la foto? Esa foto ¿te recuerda tu escuela? 

Suele decirse que las fotografías nos muestran, nos permiten ver la escuela, los niños, los maestros, el ambiente…, pero, y esto es importante, muchas veces pasa lo contrario: las fotos nos ocultan la escuela porque se hacen para ofrecer una determinada imagen de cómo era, de cómo eran los niños, de cómo era el maestro, de los materiales escolares, etc.; nos quieren dar una cierta imagen, no reflejar la realidad. 

Pero incluso estas fotos nos dan informa­ción. Vemos al alumno (o al maestro), cómo está vestido, su actitud, la posición de las manos, su mirada, los objetos del entorno… y vemos qué quieren mostrar y qué no nos quieren mostrar. Desde que existen las fotos, se han utilizado como un factor esencial para facilitar o evocar el recuerdo, un determinado recuerdo, y también para facilitar un determinado olvido. 

Como he señalado más temprano, nuestro patrimonio es limitado. Tengo la idea –quizás la ilusión- de que podremos acrecentarlo con la colaboración de la comunidad y, de ese modo, reunir una mayor cantidad de objetos fotográficos para estudiar el pasado de nuestra escuela. 

A partir de lo expuesto es que me planteo no sólo la posibilidad sino también la necesidad de elaborar e intentar llevar a cabo este proyecto, al que me gustaría denominar, como señalé, “Hacia la Fototeca Digital de la Escuela Normal de Quilmes”

¿Cómo he concebido esta Fototeca? 

La he pensado integrada por dos colecciones: la primera, conformada por la digitalización de las piezas que efectivamente pertenecen a nuestro patrimonio material. 

La segunda, con las digitalizaciones que ya hemos comenzado a hacer, de fotografías que son propiedad de un indeterminado número de individuos, quienes nos facilitan el proceso de crear el patrimonio virtual del archivo fotográfico. Mi contribución personal, además de la idea, es el aporte de numerosas imágenes pertenecientes a archivos particulares de mi propio entorno. Ya contamos aproximadamente con un centenar de documentos fotográficos virtuales. 

Vale decir que, con la digitalización, pretendemos crear un sistema automático integrado de recuperación y difusión de información que mejore las características de conservación, tratamiento y acceso del patrimonio material de este Archivo, así como su enriquecimiento con el almacenamiento de un patrimonio virtual que desconocemos en cuanto a volumen, propiedad y ubicación. 

Los obstáculos que enfrentamos 

Por el momento hemos advertido algunos obstáculos que pasaré a enumerar, y cuya lista con toda probabilidad se incrementará a medida que avancemos en el desarrollo de la tarea. 

Los referidos al patrimonio material que nos ocupa tienen que ver con la datación e identificación de personas retratadas, pues imaginamos que será bien difícil, y en muchos casos imposible, identificar individuos cuyas imágenes quedaron fijadas hace cien años, u ochenta o noventa. 

De hecho, tenemos un álbum, del que ignoramos quiénes y cuándo lo prepararon, con referencias cruzadas en las imágenes del primer director y del primer vicedirector, confusión que se esclareció gracias a la consulta con sus respectivos descendientes. 

Pero la mayoría de las fotografías no tienen indicación alguna que nos auxilie en esa tarea; en cuanto a las que sí las tienen, puede haber errores como en el ejemplo citado. 

Por otra parte, los individuos identificados y, en ocasiones las fechas, remiten a circunstancias y concepciones reputadas como significativas en la época. Pero es harto difícil encontrar los nombres de los numerosos rostros de niños y niñas retratados en tanto y en cuanto formaban parte de un grupo escolar, un grado, una división. A menudo ni siquiera se señala el curso que se ha inmortalizado para la posteridad. Hay numerosas fotografías de los actos del vigésimoquinto aniversario (año 1937), incluso las hay en los diarios del momento, pero… ¿quién es este pequeñito o aquella muchacha, quién fue –quizás- debería decir? 

La preeminencia que tenían los adultos por sobre los niños, los maestros por sobre los alumnos, en la conceptualización social de otrora, dará lugar posiblemente al reconocimiento de ciertas figuras manteniendo en el anonimato a otras. 

Pueden surgir también dificultades para reconocer los espacios, pues la Escuela Normal cambió de sede en dos oportunidades y los edificios fueron refaccionados muchas más veces. 

La fotografía por sí sola, sin elementos que coadyuven a hacer la descripción de la misma a los fines de la investigación histórica, que son los que nosotros perseguimos, puede ser valorada como un testimonio estético del pasado pero es de poca utilidad para reconstruir la vida educativa e institucional. 

No me detendré en los aspectos vinculados a las técnicas fotográficas empleadas, pues no tengo ningún conocimiento al respecto. Aquí en el auditorio, sin duda hay muchos expertos en la materia. No obstante, admito que el dominio de esos saberes contribuye enormemente a resolver algunos de estos problemas. En 1910, por citar una fecha, las escenas se “preparaban” para consolidar una toma fotográfica que requería una cierta cantidad de tiempo; décadas más tarde ya podíamos hablar de “instantáneas”. Hoy los recursos tecnológicos permiten obtener fotografías y filmaciones con múltiples dispositivos de acceso relativamente generalizado. No se fotografía lo mismo de entonces, ni con iguales propósitos, en las escuelas. 

También considero un obstáculo la necesidad de preservar adecuadamente estos materiales, pues si bien estamos informados acerca de los procedimientos recomendados, nos resulta difícil munirnos de los elementos necesarios porque el proyecto no tiene financiamiento. 

Deseo hacer mención, así mismo, del obstáculo para hacer una digitalización de buena calidad que, como acabo de decir, vinculo a la falta de financiamiento. Pero como estoy aquí para hacer una primera presentación de la idea, me apresuro a decir que también buscaremos soluciones para ese problema. El tiempo dirá si seremos capaces de hallarlas. 

La idea de digitalizar el acervo fotográfico tiene el sentido de brindar el acceso a cualquier persona interesada en este rico material, y de someterlo sólo una vez a la manipulación que implica el procedimiento, preservando así las unidades físicas de eventuales daños. En consecuencia, también debemos encontrar un depósito virtual –nuevamente, sin costo- para ubicar las imágenes resultantes debidamente catalogadas, clasificadas y descriptas según los usos establecidos por la disciplina archivística. He aquí otro obstáculo. 

La descripción de piezas fotográficas de archivo está bastante normalizada, pero se requiere tiempo de trabajo y conocimientos específicos para hacerlo; no advierto aquí un obstáculo pero sí una circunstancia que amerita ser tenida en cuenta en la concreción del proyecto. Ya hemos hecho una primera elección en este sentido, pero tal vez haya que modificarla. 

En cuanto al patrimonio virtual que podemos llegar a constituir, la lista de preocupaciones se amplía. 

Lo primero que debemos plantear es la definición de claros objetivos del proyecto; la selección de sistema de captura, proceso y almacenamiento; la definición del sistema de recuperación requerido y de las fases de implementación; la definición del sistema de coordinación del proceso de captura digital con el proceso de descripción documental; la definición del sistema de almacenamiento, proceso y acceso requerido y el estudio de los recursos y tiempo disponibles junto con la viabilidad del proyecto.[11]

Como dije hace poco, ya hemos recibido algunas imágenes digitales de piezas que no pertenecen al archivo propiamente dicho, gracias a la gentileza de miembros de la comunidad local que han conocido y comprendido la idea. Estos aportes fueron los que despertaron la inquietud para concebir el proyecto. 

Surgen las mismas dificultades ya mencionadas sobre la identificación individual, salvo quizás uno, dos o tres rostros por unidad, pues los propietarios son frecuentemente familiares de alguna persona allí fotografiada y pueden aportar ese dato, y a veces -no siempre- la fecha. 

Un adecuado inventario del patrimonio virtual debería incluir –entre otras informaciones- el asiento de la pieza original, de la misma manera que se hace con el material concreto que obra en nuestro archivo. Las preguntas que hay que responder sobre este particular son: ¿dónde se encuentra tal o cual fotografía? ¿A quién pertenece? ¿Cuándo fue tomada? ¿Quién la facilitó para enriquecer al Archivo Digital, al que podemos llamar “donante”? ¿Cuándo ingresó al Archivo Virtual? Y, luego, las características de la pieza original, su estado y la descripción del contenido. 

Con el transcurso del tiempo, una porción de esta información puede modificarse y probablemente no lo sabremos. Incluso la pieza puede cambiar de propietario, perderse o destruirse en el futuro. Pero seguirá alojada en nuestro repositorio virtual. 

Por otra parte, respecto de esta segunda colección, hay que diseñar una campaña de difusión que permita recolectar las imágenes, y registrar todos los datos posibles a efectos descriptivos, como detallé. También estamos analizando una convocatoria que resulte apropiada y exitosa. 

El análisis y la descripción del documento fotográfico: 

Como dice Sánchez Ortega, “el análisis documental del contenido de las fotografías comprende dos niveles: el análisis morfológico (aspectos técnicos y compositivos de la imagen) y el análisis de contenido (el objeto fotografiado y los significados). La representación surgida del análisis documental de una fotografía no va a ser reemplazar la imagen, ésta solo consiste en un acercamiento al mensaje de la fotografía, por lo que se intenta que esta aproximación sea cada vez más cercana al documento original”.[12]

Es sabido que “es relevante el conocimiento de los elementos formales (líneas, contorno, color, textura), los objetivos fotográficos, el tiempo de exposición, la iluminación y el encuadre, que componen la fotografía y lo que la conjunción de éstos enuncia, para así comprender los significados en su combinación”.[13] Pero a nuestros fines, pensamos centrarnos en el análisis del contenido. 

Los elementos mencionados, incluidos en el análisis morfológico de la imagen, adquieren valor y significado dentro del cuadro; está claro que su utilización y combinación influyen en el contenido y en su interpretación.[14]

“El análisis documental de contenido es un conjunto de operaciones a través de las cuales se estudia tanto el contenido como la forma de los documentos, que surge con el propósito de orientar a los usuarios sobre la información disponible y facilitar el acceso y la consulta de ésta. De este proceso se origina un nuevo documento (secundario), como representación, que permite la recuperación del documento original y su difusión. Este análisis requiere de determinadas competencias y habilidades que le permitan al analista explorar las interioridades del documento”.[15]

Seguimos a Félix del Valle Gastaminza al adoptar criterios para realizar el análisis documental del material fotográfico.[16] Ésa es la opción que hemos privilegiado por ahora. 

La consideración documental de la fotografía debe tener en cuenta que ésta difícilmente puede desgajarse de un contexto específicamente documental (lugar de aparición, pie de foto, material textual o visual complementario, etc.) por lo que habrá que estudiar las relaciones entre el documento y el contexto. No olvidemos que estas colecciones digitales forman parte de un Archivo Histórico, no sólo iconográfico sino primordialmente textual. Esta relación y otros aspectos inherentes a la fotografía hacen de ésta un documento de carácter polisémico, sujeto a muchas interpretaciones, a veces, tantas como lectores, por lo que su lectura e interpretación correctas en un entorno documental plantean muchas dificultades.[17]

El tiempo dispuesto para esta ponencia no me permite abundar en detalles, pero quisiera destacar que todos los aspectos tomados en cuenta por del Valle Gastaminza al proponer un método de análisis del contenido de la fotografía en un lenguaje documental me parecen pertinentes. Enuncio brevemente: 

1. Objetivos de la operación. La misma fotografía no sería tratada igual en un banco de imágenes de carácter profesional o histórico (como es nuestro caso) que en la colección particular de un fotógrafo. 

2. Lectura del documento y de todos los materiales que lo acompañen: pie de foto, reverso, autor, textos complementarios, fuentes externas, etc. Comparación con otras fuentes. Evaluación del significado principal del documento. 

3. Identificación de elementos fotografiados con la mayor precisión posible no omitiendo ningún dato aunque pueda considerarse obvio. 

4. Personas protagonistas de la fotografía (si las hay): de la forma más completa posible, sus nombres o apodos, los cargos, las funciones que desarrollan, etc. Si son personajes anónimos se les puede identificar por pertenencia a grupo de edad, profesión o función. 

5. Lugares. Nombres geográficos, tipos de espacios, calles, plazas, ámbitos, precisiones ambientales, estacionales, meteorológicas presentes en la imagen. 

6. Designación de los objetos presentes en la fotografía, tipologías o marcas. 

7. Descripción de la situación presentada en la fotografía, de las actitudes características de las personas fotografiadas, de las relaciones espaciales. 

8. Especificación del contexto de la fotografía. Aunque no esté presente, señalar el contexto histórico, político, social, cultural en el que se sitúa la fotografía si consideramos que ese dato es relevante para su recuperación. 

9. Estudio de las connotaciones. Esta es la parte más subjetiva del análisis. 

10. Evaluación de la pertinencia de los conceptos candidatos a entrar en la ficha de descripción, obtenidos en los puntos anteriores. El criterio a seguir tiene un carácter fundamentalmente práctico. 

11. Traducción al lenguaje documental. Tras analizar en una fotografía la denotación, la connotación y el contexto, habremos obtenido una serie de nociones y conceptos representativos de su contenido que habrá que transformar en descriptores (onomásticos: personas físicas y jurídicas; geográficos; temáticos, y cronológicos). 

12. Redacción de un resumen textual de la fotografía. Debe ser muy descriptivo y en su redacción debemos tener en cuenta qué es lo que incluimos, de tal manera que no aparezcan elementos anecdóticos en detrimento de otros más trascendentales. Es importante ordenar la información definiendo desde las primeras palabras quién o qué protagoniza la fotografía, dónde, cuándo y en qué circunstancias contextuales ha sido tomada y qué representa. 

Toda la información extraída del proceso debe presentarse en una ficha de representación elaborada a medida del sistema documental en la cual cada información deberá ir en su campo correspondiente. Por ello señalé antes que volveríamos sobre la cuestión lingüística. Del Valle nos suministra algunos ejemplos muy precisos a este respecto. 

El autor hace, también, algunas propuestas de gran interés sobre los bancos de datos fotográficos, aprovechando las ventajas tecnológicas disponibles en la actualidad. Establece como más apropiada la realización de las fichas de análisis correspondientes para cada representación mediante un programa de gestión de bases de datos documentales, así como la captación mediante escáner y compresión de todas ellas y su introducción en un soporte magnético u óptico. El sistema debe permitir la visualización rápida y simultánea de las imágenes recuperadas de forma que el proceso de selección sea ágil. La creación de lazos y relaciones entre imágenes, factible con técnicas de hipermedios o en HTML, podría contribuir –además- a ampliar las búsquedas a partir de otras imágenes, lo cual sería un paso adelante en la solución del problema de tratar con palabras el lenguaje visual. Efectivamente en muchas páginas de Internet se da acceso a las fotografías a través de otras fotografías. Una foto reducida puede dar acceso a la misma foto ampliada o a otras relacionadas con ella.[18] Esta es una alternativa que debemos analizar a la par de otros sistemas de gestión de datos. 

En resumen: 

Estimo que la creación de un Archivo Fotográfico Digital es altamente enriquecedora para el patrimonio institucional y local, así como para las eventuales investigaciones histórico-educativas o de otro orden que puedan apelar a estos documentos, entre otros, como fuentes. 

Igualmente, considero viable el proyecto aunque no sencillo en esta etapa de gestión. Adhiero a la postulación de Lara López, cuando dice que es urgente trascender la fotohistoria “para hacer una historia más global, en la que la fotografía sea una fuente más que coadyuve al conocimiento histórico”.[19]

Tengo muy presente que esta ocasión me ha permitido un breve pero muy valioso espacio para exponer nuestro propósito, el que deberá ser minuciosamente desarrollado y perfeccionado en otros contextos. 

Por dicho motivo quiero expresar a los organizadores y al auditorio la oportunidad y la atención que me han brindado, y aceptaré muy gustosa todo tipo de sugerencias u observaciones que contribuyan a concretar tan ambicioso plan. 

Nada más por mi parte. Muchas gracias. 

NOTAS: 

[1] del Valle Gastaminza, Félix. “Dimensión documental de las fotografías”. (2002) 
[2] del Valle Gastaminza, Félix. “Dimensión documental de las fotografías”. (2002) 
[3] Sánchez Ortega, Naydelín. “De la fotografía como representación de la realidad a documento representado: el análisis documental de contenido”. 
[4] Sanchidrián Blanco, Carmen. “El uso de imágenes en la investigación histórico-educativa”. (2011). 
[5] Sanchidrián Blanco, Carmen, op. cit. 
[6] Sanchidrián Blanco, Carmen, op. cit. 
[7] Sanchidrián Blanco, Carmen, op. cit. 
[8] Sanchidrián Blanco, Carmen, op. cit. 
[9] Sanchidrián Blanco, Carmen, op. cit. 
[10] Báez Allende, Christian y Piñeiro Fernández, Javier. “Más allá de las imágenes. La fotografía como documento histórico”. 
[11] del Valle Gastaminza, Félix. “Dimensión documental de las fotografías”. (2002) 
[12] Sánchez Ortega, Naydelín, op.cit. 
[13] Doucet, 2008, p. 52, citado por Sánchez Ortega, Naydelín, op.cit. 
[14] Sánchez Ortega, Naydelín, op.cit. 
[15] Sánchez Ortega, Naydelín, op.cit. 
[16] del Valle Gastaminza, Félix. “El Análisis documental de la fotografía”. (2001) 
[17] del Valle Gastaminza, Félix. “El Análisis documental de la fotografía”. (2001) 
[18] del Valle Gastaminza, Félix. “El Análisis documental de la fotografía”. (2001) 
[19] Lara López, Emilio Luis. “La fotografía como documento histórico-artístico y etnográfico: una epistemología” (2005).

Bibliografía:

Abbruzzese, Claudio Guillermo. “La fotografía como documento de archivo”.
Ancona Lopez, André Porto. “Contextualización archivística de documentos fotográficos”.
Ancona Lopez, André Porto. “El contexto archivístico como directriz para la gestión documental de materiales fotográficos de archivo”.
Báez Allende, Christian y Piñeiro Fernández, Javier. “Más allá de las imágenes. La fotografía como documento histórico”.
Bustos, Liliana. “Los archivos fotográficos, sus particularidades, una propuesta de trabajo interdisciplinaria”. (2005)
de las Heras Herrero, Beatriz. “La historia a través de la imagen: la fotografía como fuente de memoria”.
del Valle Gastaminza, Félix. “Dimensión documental de las fotografías”. (2002)
del Valle Gastaminza, Félix. “El Análisis documental de la fotografía”. (2001)
del Valle Gastaminza, Félix. “Perspectivas sobre el tratamiento documental de la fotografía”. (2002)
Diodati, Lilian. “Una interesante sociedad. La concurrencia entre Historia e imagen fotográfica”. (2009-2010)
Lara López, Emilio Luis. “La fotografía como documento histórico-artístico y etnográfico: una epistemología”. (2005)
Lobato, Mirta Zaida. “Memoria, historia e imagen fotográfica: los desafíos del relato visual.
Martín Nieto, Eva. “El valor de la fotografía. Antropología e Imagen”.
Miguel Montoya. “Fotografía e historia”.
Pantoja Chaves, Antonio. “Las fuentes de la memoria. La fotografía como documento histórico”.
Sánchez Ortega, Naydelín. “De la fotografía como representación de la realidad a documento representado: el análisis documental de contenido”.
Sanchidrián Blanco, Carmen. “El uso de imágenes en la investigación histórico-educativa”. (2011)
Vélez Rodríguez, Evelyn. “ `Claridad´ y la fotografía como documento histórico”. (2011)

* Esta nota ya fue publicada el 8 de setiembre de 2012 y el 13 de febrero de 2017.