5/5/15

NUEVA REVISTA
"EL PROVOCADOR"

El Instituto Superior de Formación Docente Nº 104 (antigua Escuela Normal de Quilmes) ha dado a conocer el Nº 1 de su Revista "EL PROVOCADOR", en el marco del acto académico del Día del Trabajador, realizado ayer en su sede de Mitre 364, Quilmes.

La publicación, idea de la profesora Nora Rotuno, está a cargo de las editoras Profesoras Leticia Álvarez y Nilda Sobrero, y su contenido es responsabilidad de docentes, ex-docentes, alumnos y ex-alumnos de esta casa de estudios.


 El propósito fundamental, como se lee en su nota editorial, es "insistir en el carácter provocativo de la enseñanza. Atreverse a mover lo instalado, atreverse a hacer preguntas, atreverse a una mirada distinta".


Además de las ponderaciones a las docentes responsables de que finalmente "El Provocador" haya visto la luz, es necesario hacer un justo y merecido reconocimiento a la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Avellaneda, que financió la edición en papel.

Los interesados en acceder a un ejemplar pueden dirigirse a la Biblioteca de nuestro establecimiento, en el primer piso.

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A continuación, el artículo incluido en la Revista sobre el Archivo Histórico.

¡Nuestra escuela tiene historia!
¡Nuestra escuela tiene Archivo!

Dedicado a todos los voluntarios que
han participado durante estos
ocho años en el rescate de
nuestra historia.

Capítulo uno: el comienzo de la historia

La Escuela Normal de Quilmes cumple este año su 102º (centésimo segundo) aniversario. Hoy está fraccionada en distintos servicios educativos y –al mismo tiempo- fusionada bajo la denominación de Unidad Académica. El Jardín de Infantes Nº 949, la Escuela Primaria Nº 84, la Escuela Secundaria Nº 20 y el Instituto de Formación Docente Nº 104, nacieron cada uno a lo largo de este período como brotes primaverales, nuevas ramitas, de la antigua y original Escuela Normal que se fundó en 1912.

A comienzos del siglo XX ya se habían creado unas 40 escuelas Normales en el país y los gobiernos de la época creían que era una buena idea la que había promovido Sarmiento en sus tiempos; consecuentemente, seguían fundando escuelas para que todos los chicos recibieran educación formal y Escuelas Normales para que tuvieran maestras y maestros con una sólida preparación.

Quilmes entró en esa vorágine cuando un Inspector, que es ese momento estaba destinado en otro distrito de la Provincia pero que había actuado mucho en beneficio de la sociedad local, avaló la demanda de la población de crear una Escuela Normal, la primera entre Buenos Aires y La Plata, la primera para niñas y señoritas en la región, la primera que tendría los siete grados completos en este pueblo. Ni siquiera la antigua escuela Nº 1 tenía en ese momento todos los grados, situación muy frecuente por otra parte, sino sólo los que se llamaban “infantiles” y “elementales”.

Así surgió este –nuestro- establecimiento. De acuerdo a la organización que se daban entonces las Escuelas Normales, al ordenarse su fundación se creaba una Escuela Primaria completa llamada Departamento de Aplicación, donde los niños recibirían la mejor instrucción que se pudiera ofrecer y en cuyas secciones las estudiantes de Magisterio presenciarían clases modelo y practicarían desde el 2º año para entrenarse adecuadamente para la misión profesional que las esperaba. ¿Por qué digo “las estudiantes”? Pues porque fue creada como escuela para Niñas y así funcionó los dos primeros años. En 1914, las autoridades determinaron convertirla en Escuela Mixta.

Junto con el Curso de Aplicación se crearía en 1912 el primer año del Curso Normal, en 1913 el segundo año y así sucesivamente. Fue hermana de otras Normales: la de Lomas de Zamora (aunque allí se basó en una Normal Popular de la Provincia), la de San Fernando y la de San Francisco en la provincia de Córdoba.

Una vez nombrado el personal, el siguiente paso sería que el Director Prof. José Domingo Sosa del Valle, catamarqueño que a la sazón revistaba en el territorio de La Pampa, encontrara un local adecuado para que funcionara.  Pues bien… ¡no lo encontró! Ninguna propiedad de las que podían alquilarse en el pequeño centro urbano servía a los propósitos de Escuela. Consecuencia inmediata: las autoridades ministeriales tomaron la decisión de que, ya que estaba creada, la escuela debía comenzar a funcionar… y la trasladaron a Belgrano, en la Capital Federal.

La población quilmeña no permaneció indiferente ante lo que consideró un atropello, y menos aún el Inspector Atanasio A. Lanz, lugareño promotor del proyecto. Se reunieron los sectores más interesados en la concreción de la anhelada Escuela y elevaron a la superioridad sus protestas y sus propuestas. La Directora de la Escuela Nº 1 cedió parte de las instalaciones, y el acuerdo entre las autoridades provinciales y nacionales se formalizó, de manera que la Escuela Normal Nacional comenzó a funcionar el 23 de octubre de 1912 en las aulas de la Escuela provincial, emplazada entre la sede del gobierno municipal y la iglesia. La “Prensa” en su edición de 29 de septiembre registra la noticia así: “La Escuela Normal de Quilmes. Su instalación definitiva. Regocijo general.” “Por fin después de las tantas vicisitudes conocidas ha sido instalada en el local de la Escuela N° 1, frente a la plaza Carlos Pellegrini, la Escuela Normal de Maestras.”[1]

Llevó tiempo que el Prof. Sosa del Valle encontrara un local apropiado para instalar la institución que regía. No fue sino hasta 1915, cuando ya dictaban clases todos los cursos necesarios, siete grados primarios y cuatro años secundarios, que se logró rentar la propiedad situada en la manzana de Mitre, Conesa, Colón y Sarmiento. Era una mansión propiamente dicha, que se había construido más de cincuenta años atrás, y que se rodeaba de un hermoso parque. En esa época pertenecía a la familia Ctibor, que por razones comerciales se había trasladado a La Plata.

El Censo Nacional de Población levantado en 1914 nos informa que Quilmes tenía 38.449 habitantes[2] (no olvidemos que era mucho más extenso que hoy, pues el actual distrito de Berazategui estaba incluido hasta su autonomía en 1960). Contaba con 26 escuelas primarias públicas[3] distribuidas en todo su territorio, todas ellas bajo jurisdicción provincial, y ninguna escuela secundaria oficial, fuera de la Normal. Una oportunidad única y nada desdeñable para las niñas y señoritas que aspiraban a recibir una educación superior a la de la mayoría de sus vecinas, que deseaban ejercer una profesión digna y socialmente jerarquizada, y para los jóvenes muchachos que no tendrían que viajar hasta La Plata o la Capital Federal como hasta entonces, o bien matricularse en el Colegio secundario particular del pueblo.

Tanta fue la expectativa depositada en la flamante institución, que aquel primer curso de 1912 recibió 42 damitas, algunas de las cuales superaban los veinte años de edad. En el Departamento de Aplicación se matricularon  151 alumnos.

Tarjeta de invitación al acto inaugural
Se podría continuar dando precisiones sobre la evolución de la Escuela hasta el día de hoy, pero sería muy extenso mencionar en este artículo los sucesivos avatares. El crecimiento rápido de la matrícula, la creación del Colegio Nacional por iniciativa de los profesores de la Normal, las innumerables actividades culturales gestadas desde la Escuela, la aparición del Jardín de Infantes (1949), las repercusiones de los acontecimientos de la política, los cambios en los planes de estudio a lo largo de un siglo, la expropiación del local de la calle Moreno (1945) y luego de la manzana de Mitre (1957), las actividades deportivas, la supresión del magisterio de Nivel Secundario (1968), la creación del Nivel Terciario (1971), la demolición de la antigua casona y la edificación de la sede actual, sin terminar desde 1985, los personajes que tuvieron renombre público –tanto del claustro docente como de los egresados-, la vida de la comunidad educativa, en fin, muchísimos asuntos para contar, mostrar y analizar.

Pero ¿dónde encontrar esa información? ¿Dónde están las pruebas?

Capítulo dos: el Archivo

            En el Archivo, indudablemente. La escuela, como cualquier otra organización, genera documentos producto de su quehacer cotidiano. Montañas y montañas de papeles que dan cuenta de lo actuado y que, según marca la ley, deben conservarse por determinado tiempo; algunos de ellos para siempre.

            Los alumnos se matriculan, presentan documentos que los identifican, cursan, asisten a clase, obtienen calificaciones, resultan promovidos o no, rinden exámenes, obtienen certificados. La escuela tiene personal docente y no docente que llegó designado por la autoridad competente; presenta sus credenciales, asiste, eventualmente tramita justificación de sus inasistencias, dicta clases o desempeña otras tareas; los docentes planifican sus cursos, evalúan; la comunidad participa a través de organismos colegiados como la Asociación Cooperadora; los alumnos constituyen nucleamientos de estudiantes; se realizan actos colectivos de naturaleza diversa, como la celebración de una fiesta patria o el cierre de un año de trabajo. Hay bienes patrimoniales: el edificio, el mobiliario, los libros de la biblioteca, los elementos didácticos, de todo lo cual hay personas responsables. El edificio se reforma, se repara o crece. Antes de la transferencia del establecimiento a la Provincia, se realizaba la liquidación de sueldos para todos los empleados. Hasta se concesionan espacios, verbigracia el kiosco. Todo ello se documenta; muchos, la mayoría, de esos documentos se conservan en alguna dependencia, por lo regular en forma ordenada, pero se van cubriendo del polvo del tiempo, del desorden que provoca la falta de un espacio adecuado y de personal especializado en la materia.

            Esa era nuestra realidad. Hasta que un día… quiero decir, una noche ¡hubo corte de energía eléctrica! Yo estaba dando clase en primer año del Profesorado de Historia, el año 2006. Mis alumnos estaban entusiasmados con el desarrollo del tema cuando nos quedamos a oscuras. Con todas las precauciones del caso, y a la débil luz de algunos teléfonos celulares, que no abundaban como hoy en día, bajamos las escaleras para desalojar el edificio. Un grupo de estudiantes prefirió quedarse para continuar conversando… ¿dónde? En la manzana vecina no había corte y un local estaba abierto. Allí continuamos reunidos una hora o más. Un tema llevó a otro y, finalmente, manifestaron su interés y su preocupación por el estado del “Archivo”[4] que habían conocido con otros docentes, en el subsuelo de la escuela. Confieso que nunca me había detenido a pensar en el “Archivo”. Me sorprendí con algunas de las cuestiones que plantearon, por ejemplo la falta de mobiliario, el estado de abandono y de suciedad, el riesgo implícito para los documentos y, por ende, para la historia de la escuela.

            Fue el paso inicial. A partir de aquella conversación, y casi sin darnos cuenta,  se puso en marcha el Proyecto de Recuperación y Puesta en Valor del Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes. Muchos sábados por la mañana estuvimos allí limpiando, levantando del suelo los papeles para evitar que se repitiera el problema de inundación que ya había ocurrido, combatiendo plagas. Éramos alumnos y docentes cooperando en el rescate.

            Pero había que pensar cómo se podrían prevenir posibles desastres, como se organizaría un archivo; necesitábamos de todo, capacitación, orientación, especialistas, muebles, sensibilizar a la comunidad educativa, recursos materiales y humanos. Una obra cuyas dimensiones realmente no alcanzamos a vislumbrar en ese momento. Sin embargo, el compromiso de todos los implicados tuvo la fuerza suficiente para llevar adelante un Proyecto que hoy enorgullece a la Escuela Normal de Quilmes.

            La Dirección de la Unidad Académica no vaciló en dar su pleno apoyo desde el primer momento. Inicialmente diseñamos acciones de sensibilización al interior de la institución. Luego golpeamos puertas hasta encontrar eco en la Escuela Normal Nº 1 de la Ciudad de Buenos Aires y en la Biblioteca Nacional de Maestros. A partir de setiembre de 2007, un año después de comenzada nuestra labor, dicha Biblioteca alumbró el Programa Nacional de Archivo Escolares del cual nuestro Proyecto constituye el caso Piloto Nº 1. En calidad de tal, recibimos la visita de especialistas que hicieron un diagnóstico de la situación, recibimos orientaciones y capacitación “in situ” y posteriormente en otras sedes. También recibimos subsidios para adquirir insumos elementales en tres ocasiones. Al mismo tiempo los grupos de voluntarios se iban renovando por lógicas razones que tienen que ver con el proyecto personal de cada uno.

Telegrama nombrando al primer Director
            Acudimos a otras instancias. La Asociación de ex-alumnos de esta Escuela (EXANQUI) escuchó nuestra propuesta y brindó incondicional apoyo desde que la conoció. El Instituto de Formación Docente y Técnica Nº 8 de la Plata, único centro donde se dictaba la Tecnicatura en Archivística en la Provincia, atendió nuestras inquietudes y recibimos cuatro Pasantes en el año 2009. Generamos la creación de la Tecnicatura en la localidad, absorbida por el ISFDyT Nº 83 de San Francisco Solano, de donde vienen alumnos a hacer sus Prácticas Pre-profesionales desde el año pasado y sus Pasantías desde este año.

            En el año 2008 me atreví a saltar al `ciber´ espacio y nació el Blog “Archivo104”, que a la fecha tiene publicadas más de 1.400 notas y recibió cerca de 225.000 visitas de distintos lugares del mundo. El 2014 me encontró más atrevida aún y entré en las redes sociales a través de Facebook. Lo expreso en singular, sin ninguna modestia, porque aunque recibo y publico muchas colaboraciones, es un trabajo personal. El propósito de aprovechar las TICs no es otro más que difundir la labor realizada y compartir con otras instituciones y especialistas motivados por la recuperación de las historias escolares. También he tenido cabida en distintos encuentros académicos que abordan la temática.

            El depósito fue trasladado en el año 2008 del subsuelo al escenario de la escuela, espacio cerrado pero compartido con el archivo administrativo y con otras actividades, dada la insuficiencia de infraestructura que padecemos. Este año, afortunadamente, se pudo resolver de manera casi ideal la cuestión del depósito para el Archivo Histórico, y en julio fue trasladado a una sala de planta baja que reúne mejores requisitos para su alojamiento. Además, se lo separó del archivo administrativo y, aunque por el momento se comparte el uso con el sector dedicado a la puesta en orden de las `netbook´ de los alumnos del Nivel Medio, nos da la grata sensación de que ¡al fin! estamos llegando a las condiciones deseadas.

            El Archivo aún requerirá muchas horas de trabajo para terminar de organizarlo, acepta voluntarios aunque sean de tiempo parcial e invita a ser visitado, conocido y aprovechado por alumnos, profesores e investigadores. Habitualmente, nos encuentran allí los miércoles de 14:00 a 18:00. ¡Los esperamos!
  
Prof. Raquel Gail
Coordinadora (ad-honorem)
Proyecto Recuperación Archivo Escolar
Escuela Normal de Quilmes
www.archivo104.blogspot.com



[1] Agnelli, Héctor “Chalo”. http://camarag.dynalias.com:83/historia.html
[2] Revista El Monitor de la Educación Común, 1915, pág. 73.
[3] Agnelli, Héctor “Chalo” (2004). Maestros y escuelas de Quilmes 1666-2004. Buenos Aires, Jarmat.
[4] Hoy sabemos que lo que ellos llamaron Archivo no era más que un depósito totalmente inadecuado.

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