11/9/14

Día del Maestro

SUPRESIÓN DEL MAGISTERIO
1968

El 16 de diciembre de 1968 el gobierno nacional decretaba la supresión de las Escuelas Normales de todo el país. (Presidente de facto: General Juan Carlos Onganía, Secretario de Cultura y Educación Mariano Astigueta). De tal modo se cerraba un ciclo de cien años durante los cuales las Escuelas Normales habían cumplido una destacada labor en favor de la educación popular argentina. En ese momento funcionaban en el país 251 Escuelas Normales oficiales y 566 de carácter privado, o sea un total de 817 establecimientos. Egresaban por año aproximadamente 30.000 maestros, cantidad que excedía en mucho las posiblidades de ocupación en este rubro. Cálculos estimativos hacían ascender a 250.000 el número de maestros que no tenían ubicación en la docencia. [1]

Desde mucho tiempo atrás venían sumándose las críticas a la Escuela Normal, destacándose su desactualización, su escaso nivel científico, su "espíritu normalista", su carácter de estudio secundario, su excesiva proliferación, etc. No obstante, cuando se conoció el decreto que las suprimió, la opinión pública y en especial los educadores lo recibieron con gran sorpresa, con disgusto, y en muchos casos con verdadera indignación. Esta reacción, que podría parecer contradictoria, tenía sin embargo su explicación. Por razones muy justificadas, la Escuela Normal era una institución muy querida por el pueblo argentino; en ella se habían formado muchas generaciones de maestros y ofrecía especialmente a la mujer la posibilidad de una carrera corta que en muchos casos contribuía a elevar su estatus social. 

La medida, tan drástica como sorpresiva, fue tomada de la noche a la mañana por un gobierno de facto y por un ministro que no gozaban de amplia simpatía popular. Es especial los docentes consideraban que el decreto encerraba un golpe a las ideas sarmientinas, liberales y democráticas, sobre las que se había asentado el normalismo argentino. En los considerandos del decreto no se decía una palabra de reconocimiento para la institución que se suprimía después de haber prestado cien años de servicios importantísimos para la cultura nacional. Las escuelas se cerraban en diciembre, cuando miles de estudiantes ya habían decidido entrar en ellas el siguiente mes de marzo. Y quizás lo más grave, la medida significaba un salto al vacío, pues nada se anunciaba sobre el sistema que vendría a reemplazar al que se suprimía. En fin, si bien es cierto que la opinión pública esperaba una renovación profunda de la Escuela Normal, no estaba en sus cálculos que se la arrojara de un plumazo, sin pena ni gloria, en el recipiente de los residuos.

El documento que a continuación presentamos, Circular Nº 114/68, emanado de la Administración Nacional de Educación Media y Superior, transcribe el Decreto mencionado ut supra (Nº 8051/68) para conocimiento y puesta en práctica en los establecimientos afectados por la medida.

El artículo 3º del susodicho decreto prescribe que "podrá adoptarse en lugar de éste [Ciclo de Magisterio], a partir del próximo período lectivo, alguno de los planes de estudio siguientes:
a) Bachillerato con Orientación Pedagógica.
b) Bachillerato en Letras, ... en Ciencias Biológicas, y ... en Ciencias Físico-Matemáticas.
c) Bachillerato con Orientación Agraria."

Para las modalidades a) y c) se incluye el respectivo plan de estudio.

Entre las múltiples consecuencias de la intempestiva medida, amerita un breve análisis la situación laboral de los Profesores y Profesoras de las asignaturas del Plan suprimido. Todas aquellas que servían a la formación profesional de los maestros fueron suscintamente reemplazadas por Introducción a las Ciencias de la Educación e Historia de la Educación, con una carga horaria semanal de tres horas cada una, en el 5º año, solamente en el Bachillerato con Orientación Pedagógica.

Finalmente, en mayo de 1970, la IV Reunión Nacional de Ministros de Educación acordó la creación de los Institutos de Formación Docente de Nivel Terciario que comenzarían a funcionar a partir de 1971, ofreciendo la carrera de Magisterio para el nivel primario en un tiempo mínimo de dos años (1.200 horas académicas) y en un número muy inferior de establecimientos autorizados. Por ejemplo, en la Capital Federal, se crearon inicialmente los Institutos en las antiguas Escuelas Normales de Maestras Nº 3, Nº 4 y Nº 10 (Anexo I de la Resolución Nº 2779/70). En abril de 1971 se dio a conocer la nómina de Institutos privados autorizados por la Superintendencia Nacional de Enseñanza Privada, que en la Capital Federal fueron 11.

Tanto los Institutos que prepararían Maestros como aquéllos dedicados a la capacitación de Profesores comenzaron a funcionar el 3 de mayo de 1971, bajo la gestión ministerial de José Luis Cantini. En su discurso inaugural, pronunciado en la Escuela Normal de Profesores Nº 2 "Mariano Acosta", el ministro informó que los aspirantes inscriptos eran casi 17.000 en los Institutos oficiales de todo el país y alrededor de 3.50 en los establecimientos privados.[2] Esta elevada matrícula -dadas las circunstancias y tratándose de institutos recién creados, todavía con precria organización y poco conocidos- se explica por el hecho de que desde 1968 estaban cerradas las puertas para quienes deseaban seguir la carrera de magisterio. Por otra parte, existían quienes, por diversas razones, no habían podido cursar en su oportunidad la carrera en las Escuelas Normales y mantenían su vocación docente. Todos los egresados de cualquier modalidad del secundario estaban habilitados para matricularse.

La circunstancia de que muchos de los cursos se dictaran en el turno vespertino abrió una nueva posibilidad a quienes por razones de trabajo no podían asistir en turnos de mañana o de tarde que eran hasta entonces los usuales. Incluso hubo maestros ya titulados que se inscribieron pensando que el nuevo título les otorgaría mayores posibilidades de ingreso o ascenso en la carrera docente. 

Así fue como en la Escuela Normal Nº 4 de la Capital Federal, por ejemplo, se habilitaron diez divisiones de primer año, y en muchas otras funcionaron tres o más divisiones paralelas. No obstante, en 1972 disminuyó sensiblemente el número de alumnos matriculados, tanto en el primero como en el segundo año, así fueran establecimientos oficiales o privados.

La autodenominada Revolución Argentina, que usurpó el poder legítimo en junio de 1966, se propuso implantar una nueva política en materia de educación. [3] Dentro de ese marco, la formación de maestros tendría las siguientes características:
a) Limitación de graduados.
b) Elevación del nivel de estudios.
c) Modernización del sistema.
d) Cientificismo tecnocrático.
e) Libertad académica.
f) Articulación de carreras.
g) Práctica docente integral.

Cada uno de estos aspectos debe ser analizado in extenso y en profundidad para comprender la evolución posterior de la educación en nuestro país.




Ministro Cantini
Sólo dos años más tarde, en 1972, se produjo una nueva reforma reestableciéndose el ciclo de magisterio en las escuelas normales, aunque se introdujeron importantes modificaciones. La carrera completa de magisterio se cursaría en dos etapas, una vez cumplido con el ciclo básico del nivel medio. La primera etapa correspondería a los dos últimos años de la enseñanza secundaria, en los que se incluirían materias del área pedagógica. La segunda etapa estaría formada por dos años a cumplir en el nivel terciario, donde se estudiarían materias técnico-profesionales orientadas a lograr «una formación adecuada para el desempeño docente en la escuela primaria» (MCE 1974, I: 142). En este escenario se volvió a emitir el titulo de Maestro Normal. 

Pero a principios de 1973 se introdujo una nueva modificación llamada Plan de Estudios del Magisterio. La diferencia básica con el plan anterior era que los egresados de las distintas modalidades de la escuela media podían acceder a dicho ciclo tras rendir las materias pedagógicas que se cursaban en los bachilleratos pedagógicos. Nuevamente se cambió el titulo que se otorgaba: Profesor para la Enseñanza Primaria.

NOTAS:
[1] Es pertinente interrogarse acerca de si las necesidades educativas eran congruentes con los cargos docentes, o si aún había niños sin escolarizar, triples y hasta cuádruples turnos en las escuelas primarias, grados sobrecargados de matrícula, etc.
[2] En 1968 estudiaban en las Escuelas Normales de todo el país 204.000 alumnos, de ellos 27.000 varones. En julio de 1972 los maestros en ejercicio en todo el país, en escuela primarias oficiales y privadas, ascendían a 186.720, de los cuales 14.856 eran varones.
[3] "Racionalizar todo el sistema educativo argentino, fijando claramente sus fines y objetivos, reestructurando sus articulaciones y revisando planes, métodos y orientación de los esfuerzos para adecuarlos a las actuales necesidades de la comunidad" (Gral. Juan Carlos Onganía, Directivas..., 4/VIII/66).

Fuentes:
Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes, Documentos oficiales.
Villaverde, Aníbal (1972). Nueva política en la formación de maestros. Buenos Aires, Editorial Humanitas, Cuadernos de Formación Docente 1.
Leoz, Gladys: "Las significaciones sociales imaginarias vinculadas a la Educación Superior no Universitaria". Tesis de maestría. Universidad Nacional de San Luis. Consultada en:
file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador/Mis%20documentos/Downloads/Leoz.pdf
Resolución Nº 2.321/70
Resoluciones MCE Nº 496/72, del 10 de marzo, y Nº 774/72, del 13 de abril de 1972.
Resolución MCE Nº 287/73, del 21 de febrero de 1973

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