11/11/13

La profesión ausente
 Archivero Leandro Enrique Vurcharchuc

De acuerdo a la teoría de las profesiones, algunos aspectos distintivos de éstas son: el monopolio sobre determinada actividad, la acreditación académica, el reconocimiento del estado, regulación ética, lenguaje específico y cuerpo de conocimientos propio, reconocimiento de pares, etc.

Otra perspectiva también aporta el comportamiento corporativo, monopólico, de replicarse, actualizarse y brindar servicios o bienes exclusivos de la actividad, de valor y requerimiento social, cultural, económico, etc.

De acuerdo a estos postulados, la Archivística, la Archivología como profesión está ausente; tenemos titulados, no profesionales, porque no tienen el arraigo de la profesión, de la visión y acción corporativa, nos falta el reconocimiento del estado y de pares y tenemos problemas no para imponer agenda sino para que nos consideren en nuestra propia actividad como el elemento clave y de desarrollo de la misma, en todos los aspectos.

Para aquellos que crean que estos requisitos y aspectos de una profesión, se logran de forma automática, vale decirles que no, que hay que trabajar para imponerlos, organizarse, plantearse un calendario, una agenda, objetivos, medios, alianzas, difusión, etc.

Dentro de la actividad que nos es propia, tenemos estratos que se reparten en quienes escriben sean o no teóricos o desarrolladores de temas, investigadores, docentes o académicos, estudiantes, directores de archivos, trabajadores de archivos, y los profesionales.

Los profesionales si actuamos como cuerpo, venimos a pedir cuentas de muchas cosas, porque tenemos objetivos e intereses propios y de grupo, nos interesa saber qué campo laboral en cantidad está disponible, qué remuneraciones corresponden, qué conocimientos hacen falta, cómo se forman los nuevos profesionales, cuántos profesionales trabajan y cuántos no, cuántos somos, quiénes ocupan nuestras competencias sin la acreditación académica o la formación adecuada, tenemos el problema que entramos en conflicto con muchos intereses si actuamos como profesión, en muchos aspectos.

Por ejemplo, del Sistema provincial de Archivos de Santa Fe, no se sabe cuántas plazas laborales tiene para los Archiveros titulados, y tampoco sabemos cuántos titulados realmente trabajan en el Sistema ni qué funciones cumplen. Y hay docentes de la carrera en el AGP, cabeza del Sistema, parece no haber registros acerca de los propios archivos de dependencia directa.

Hace cerca de 20 años se sancionó la ley, tampoco hay un seguimiento de cuántos archiveros titulados ingresaron al SiPAr en ese tiempo. Menos que menos, cuánto ganan o deberían ganar comparados con otras profesiones.

No hay estadísticas sobre inserción laboral de los graduados o desempeño laboral, o sobre deserción profesional. No tenemos estadísticas de unidades académicas sobre cantidad de titulados por año y porcentaje de cumplitud de la carrera, etc.

Si, hay censos de archivos casi todos los años. Pero no sabemos qué cantidad de titulados y no titulados trabajan en los archivos censados. No tenemos un mapeo de los archivos. No tenemos información sobre actividad profesional.

También se hacen congresos, jornadas, seminarios, cursos todos los años, pero la profesión no tiene datos. Parece no haber organicidad.

Los concursos que se realizan de ingreso como archivistas, no están supervisados por instituciones de profesionales, vale decir, que convaliden con su aprobación, los contenidos de los exámenes con las competencias de los cargos. Tampoco se puede acceder de forma simultánea, pública e inmediata a los antecedentes y pruebas de los distintos postulantes a los cargos, realizados los concursos, es decir, estos concursos, carecen de transparencia porque no brindan certezas suficientes.

Y no se dice nada porque la profesión está ausente.

La primera profesional archivera en ocupar un cargo de Directora de un Archivo de Provincia fue Bárbara Lockett del Chaco. Pasó desapercibida, ni se mencionó. Eso es un enorme avance para la profesión, pero eso parece ser lo que le interesa a la “comunidad de pares”. Total desatención y falta de valoración.

Creo firmemente que los problemas, las soluciones, los desafíos de la praxis profesional, alimentan conceptos, desarrollos, nuevas técnicas, debates, metodologías y que debe haber más profesionales trabajando y compartiendo experiencias e inquietudes para que la archivología avance, porque no avanza, nos avanzan otras profesiones y seudotécnicas como la gestión documental de la mano de los informáticos.

Como un hecho extraordinario cito, los Congresos de Archivología del Mercosur pretenden ser manejados de forma vitalicia por un grupo de personas que tuvieron el rol de coordinadores en la organización de los mismos, esto es: un club vitalicio sin mucho argumento. A esto se llega por la ausencia de profesión, a esta gente con tan poca ética, les debemos decir, “que no, que gracias por los servicios prestados, pero que es nuestro turno imponer agenda, porque nos compete a nosotros a los profesionales”.

Y si no me equivoco, de las personas que pretenden manejarlo solo dos son profesionales de archivos, hay dos jubilados que simplemente hacen número porque necesitan aparentar muchos, gente que no es profesional de archivos que no trabaja en archivos tampoco, y gente que ha publicado un libro o tiene un cargo.

¿Y los profesionales?

Con el respeto que se merece a quienes vienen bregando con los distintos eventos, no hallo lugar donde podamos reunirnos los profesionales, en ningún evento, porque todos tratan de “los archivos y…”, “la archivística y…”; pero ninguno acoge a la profesión y sus necesidades o avances, y está lejos de establecerse.

Es hora que quienes tienen un rol significativo en la cuestión archivística realicen una reflexión y hagan su aporte alentando a las nuevas generaciones, que tienen que ser profesionales porque si no sería contradictorio, y que apoyen, que estimulen, que dejen crecer y acompañen y orienten con mayor firmeza y empuje.

Creo que es necesario que nos reunamos los/as profesionales, egresados/das de todas las unidades académicas, y comencemos a darle forma a esta profesión porque debemos dejar de estar ausentes y trabajar sobre los tópicos que nos competen.

Todo esto marcará una agenda, un rumbo, y a partir de ahora, habrá que cuestionarse si lo que se hace y lo que quiere hacerse aparte de difundir o profundizar sobre ciertos temas, también favorece o desfavorece, dilata o entorpece el avance de la profesión, que hasta ahora, luego de mucha agua bajo el puente, parece seguir ausente.

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