21/11/13

ARCHIVO HISTORICO DE LA ACCION CATOLICA MEXICANA: 
Un acervo para la historia de la educación
 Por Valentina Torres Septién Torres

"En el sótano de una casa porfiriana de la colonia San Rafael de la Ciudad de México se encontraban las oficinas del Comité Central de la Acción Católica Mexicana. Mi interés en los estudios de la cultura católica me llevó al Archivo de la Acción Católica Mexicana en el año de 1993. El inmueble todavía era el punto de reunión del Comité Central de la organización; su sótano eran tan grande como la casa y en éste estaba “depositado” el archivo, así como artículos muy diversos: muebles viejos, imágenes religiosas, banderas, estandartes, altares a la Virgen, imágenes de algunos Papas y Obispos, salas de juntas y algo que primero me llamó mi atención y luego me divertiría mucho: maniquís apiñados en alguno de los cuartos.

Los archiveros eran de todo tipo: algunos de madera, otros de metal, libreros antiguos mas bien desvencijados, que contenían además de libros y revistas de la organización, papeles acumulados sin concierto alguno, sobre todo lo correspondiente a la historia de la organización de las últimas décadas del siglo pasado.

Para entrar al Archivo debía cubrirme con bata y guantes, así como tapabocas que cubrieran del polvo. Por décadas el archivo había estado prácticamente olvidado en ese sótano, que incluso sufrió alguna inundación con la consecuente pérdida de algunos documentos. Algunas ventanas ya no tenían vidrios por lo que las condiciones internas eran muy precarias. Para encender la luz había que darle vuelta a un solitario foco que pendía del techo.

Por dos años acudí a este espacio que siempre me abría la posibilidad de encontrar temas de interés para una investigación que realizaba sobre la cultura católica en las mujeres mexicanas y poco a poco me di cuenta de su riqueza para otros temas, además de la propia historia de la A.C.M. y de sus organismo fundamentales y cofradías; otros temas como las campañas de moralización del ambiente o el cine; la política que siguió la institución con el Estado en algunos temas que eran relevantes, las elecciones presidenciales, la participación política de los jóvenes y sobre todo la importancia del acervo para la investigación de la historia de la educación en México.

Debido a que la casa donde se alojaba la A.C.M. y su archivo sería vendida, al periódico El Sol de México, había que buscar otro sitio donde alojarlo. El Colegio de México, el Centro de Estudios de Historia de México de CONDUMEX y la Universidad Iberoamericana parecían ser los destinos adecuados e interesados. Finalmente las autoridades de la A.C.M. se decidieron por esta última, ya que la Ibero tenía un acervo documental que el nuevo complementaría.

Dado que yo estaba trabajando en él, me fue encomendado por la UIA elaborar un levantamiento del archivo. Con la ayuda generosa de otros académicos y estudiantes de la UIA como el Dr. Guillermo Zermeño, la Dra. Martha Pacheco, el Dr. Iñigo Fernandez, el Mtro. Carlos Oseguera, el Mtro. Ignacio Rodríguez y la Mtra Ma. de Jesús Nava Díaz se guardaron todos los documentos en cajas de cartón que resultaron ser 464, más algunas otras de fotografías y cintas magnetofónicas.

Finalmente se firmó el convenio de comodato entre la UIA y la ACM y el archivo fue trasladado a las instalaciones de la Biblioteca `Francisco Javier Clavijero´ de la Universidad, en el área de Acervos Históricos. Ahí la Mtra. Ma. de Jesús Nava y la Dra. Ma. Eugenia Ponce Alcocer han dedicado años de trabajo a la catalogación y depuración del archivo con un gran profesionalismo.


La Acción Católica y su inserción en México

La Acción Católica fundada por Pío X en 1905, adquiere su configuración definitiva durante el pontificado de Pío XI (1922-1939), en el período de entre guerras. En su encíclica Urbano Arcano Dei del 23 de diciembre de 1922 dio a conocer su voluntad de organizar a todos los católicos y servirse de ellos, cualquiera que fuera su condición, para conseguir el retorno a la vida cristiana de los individuos, las familias y la sociedad.

La definición de la organización en palabras del mismo pontífice fue la siguiente:

Acción Católica es la participación de los seglares católicos en el apostolado jerárquico para defender los principios religiosos y morales, para ejercer acción social sana y benéfica, bajo la dirección de la jerarquía eclesiástica fuera y sobre todo partido político, con la intención de restaurar la vida católica en la familia y en la sociedad.

Esta definición dejaba claro que su función no era otra que la de lograr la colaboración de todos los católicos al servicio de la jerarquía es decir, que a través de la A.C. los fieles ejercerían un apostolado siempre regulado, auxiliar de los mandos de la Iglesia. La A.C. fue por tanto una organización de seglares dirigidos por la jerarquía, que enfatizaba la sumisión y obediencia para con ella.

Su misión de “recristianización” de la sociedad, tenía dos aspectos: el religioso, cuyo objetivo último era salvación de las almas y el social, que consideraba el trabajo que ejercía en la sociedad y para la sociedad.

En México, la historia de la AC está vinculada a los acontecimientos políticos de la década de los veinte del siglo XX, años de una relación tensa, convulsiva y violenta que desembocó en la Guerra Cristera (1926-1929). El nacimiento de esta organización de alguna manera resolvió el problema político y religioso que había dejado abierto la guerra; fue la forma en que la Jerarquía eclesiástica sometió a los cristeros enardecidos para obligarlos a pasar de las acciones políticas, a otra fundamentalmente religiosa.

A través de la AC, la Iglesia logró reagruparse en una institución sólida tras los años de persecución constante, la escasez de sacerdotes, la limitación del ejercicio de su ministerio y la inmensa propaganda anticristiana, que se dio tras la promulgación de la Constitución de 1917, así como del auge del protestantismo durante las últimas décadas del siglo XIX y las primera del XX.

En la encíclica Acerba Animi de 1932, Pío XI se dirigió al pueblo mexicano diciéndoles: “Consideren (los queridos hijos del pueblo mejicano) como un honor y un deber personal el prestar su ayuda a los sagrados ministros de las filas de la Acción Católica.”

Organización de la Acción Católica en México

A pesar de tener un origen común, cada país organizó este movimiento de acuerdo con las condiciones y necesidades que se tenían en cada uno de ellos. En México, la AC mantuvo la forma jerárquica de la Iglesia, que se ajustó en lo posible a su organización, estructurada en tres estamentos: la nación, las diócesis y las parroquias. Desde sus inicios la AC se integró por cuatro organizaciones “fundamentales”, que dividió en dos grandes ramas: la masculina y la femenina. A su vez, cada una de éstas estaba dividida en dos organizaciones por razón de edad y de estado: la Unión Católica Mexicana (U.C.M.) para hombres; la Unión Femenina Católica Mexicana, (U.F.C.M.) para mujeres casadas o mayores, la Juventud Católica Femenina Mexicana, (J.C.F.M.) para mujeres jóvenes y la Acción Católica de la Juventud mexicana (A.C.J.M.) para hombres jóvenes. A la U.C.M. pertenecían todos los hombres casados de cualquier edad y los célibes mayores de 35 años. Para la AC la participación de los hombres era fundamental porque se consideraba que ellos tenían la influencia ideológica en la familia y en la sociedad, así como en la vida privada y la pública. Sus fines específicos se vinculaban estrechamente con la educación cristiana de los fieles mediante las siguientes acciones:

a) Cooperar efectivamente en la recristianización de México, bajo la dirección de la jerarquía
b) Perfeccionar los deberes religiosos y morales del pueblo principalmente en la vida pública y en lo que concierne a la familia y a las condiciones de clase.
c) Lograr la penetración en todos sus organismos del espíritu cristiano, sobretodo en relación con la educación de la juventud
d) Difundir los principios cristianos.

A la A.C.J.M. pertenecían los hombres célibes de 15 a 35 años de edad. Contaba además con una sección preparatoria conformada por niños y jóvenes entre los 10 y 15 años llamada Vanguardias. Sus fines principales eran:

a) Cooperar con la A.C.M. para que se implantara y fortaleciera en México la paz, en armonía con las demás organizaciones. (Esto significaba que moderaran su beligerancia después de la Guerra Cristera).
b) Motivar y dirigir a los jóvenes en actividades para reavivar los ideales de la civilización cristiana, y educar con el ejemplo.
c) Fomentar el amor filial y verdadero hacia el pontífice y hacia los pastores de la Iglesia, “con obediencia pronta y eficaz”.

La U.F.C.M. estaba integrada por señoras casadas de cualquier edad y las señoritas mayores de 35 años. A su cargo tenían a la A.N.A.C. (Asociación de Niños de AC) que preparaba a los chicos de 4 a 10 años. Las mujeres tenían la gran responsabilidad de llevar a la práctica la educación cristiana y moral del resto del pueblo de Dios. En ellas descansaba la formación de la(s) familia(s); eran las trasmisoras naturales de los valores religiosos.

Dentro de su programa estaba:

a) Completar la formación religiosa y moral de las socias, particularmente los deberes de la familia
b) Dar una formación social adecuada a las necesidades de los tiempos
c) Ejercer el apostolado en la familia y en la sociedad.

A la J.C.F.M. pertenecían las célibes de los 15 a los 35 años. Contaba con dos secciones preparatorias: la sección infantil para las niñas de 7 a 12 años y la sección de aspirantes para las jovencitas de 12 a 15 años. Al igual que las mayores, sus funciones debían dirigirse a la formación de otros grupos. Sus objetivos eran:

a) Dar a sus socias la formación religiosa, moral cultural y social que las capacitara para el buen desempeño de su misión en la familia y para el ejercicio del apostolado.
b) Iniciarlas en este mismo apostolado.

Gobierno

La dirección de la AC estaba en manos del Episcopado quien designaba a un asistente eclesiástico nacional, asistentes y sub-asistentes eclesiásticos para cada una de las organizaciones fundamentales.

En todos los diagramas de la AC. el Papa aparece como la máxima autoridad; de él sigue el Director Pontificio de la A.C.M. que en el caso de México era el Arzobispo Primado de la Ciudad de México. A partir de él, una Junta Central dirigía toda la organización a través de las Juntas diocesanas y parroquiales que le reportaban..

Dentro de la Junta Central se crearon varias comisiones como las de propaganda y difusión, de estadística, instrucción religiosa, piedad, acción social, misiones, asuntos internacionales, acción escolar, infancia, moralización y acción familiar, al igual que consejos de campesinos, empleados, estudiantes y obreros, entre otras. Adicionalmente se fueron creando otras instancias, también vinculadas con la Junta Central como el Movimiento Nacional de Profesionistas, el Movimiento de Enfermeras o la Comisión Central de Instrucción Religiosa. En todos estos sectores, lo que se buscaba era la educación en la piedad, en la formación religiosa y moral.

En cada parroquia (conjunto de pueblos, haciendas, ranchos o aldeas, cuyos fieles estaban bajo la vigilancia y cuidado pastoral de un párroco) debían existir las cuatro organizaciones fundamentales para conformar los grupos parroquiales, las células más importantes de la organización. Un grupo parroquial estaba integrado por miembros que por su condición de género y estado se vinculaban a una de las cuatro organizaciones fundamentales. Dentro del las parroquias se formaban círculos de estudio, que se definían como “la reunión de buenas voluntades deseosas de trabajar en común, para desarrollar conocimientos intelectuales, mediante el trabajo personal y la mutua enseñanza”. Sus fines generales tenían que ver con la adquisición de conocimientos de “las verdades y principios católicos” y de trasmitir a los socios, convicciones sólidas para que fueran capaces de defenderlas. Con la metodología diseñada para estos círculos, se esperaba que los miembros de la A.C.M. desarrollaran el espíritu de iniciativa, la personalidad, el conocimiento y hábitos de estudio ordenados, capacidad de expresión oral y defensa de las propias convicciones.

A la organizaciones fundamentales se agregaron las Asociaciones Confederadas, es decir a a todos los grupos católicos que funcionaban de manera independiente en la Republica Mexicana, para tener sobre ellos un control. Por tanto la Iglesia solicitó a todas las organizaciones religiosas existentes en el país, que se vincularan a la A.C.M. como “asociaciones confederadas” y poder funcionar.

Organización del Archivo

El Archivo está siendo catalogado de acuerdo con la organización interna de la misma AC. Para realizar investigación educativa en el mismo, habrá que revisar las diferentes cajas de cada una de las organizaciones fundamentales. Sin embargo, todas tienen algunos apartados donde se encuentran algunos de los documentos que se emitieron en relación con sus políticas y visión educativas. Las fuentes fundamentales para la historia de la educación las encontramos en las circulares que llegaban desde la Junta Central a todas las diócesis y parroquias.

Enlisto algunos de los temas que pueden ser aprovechados para la historia de la educación:

Sección 1. Jerarquía eclesiástica

• Comisión episcopal para la educación y la cultura
• Secretariado Nacional de Educación y Cultura
• Circulares
• Opus Dei
• Compañía de Jesús
• Ordenes religiosas
• Hermanos maristas
• Escuelas de la Cruz
• Confederación de Institutos Religiosos de México

Sección 2. Comité Central o Junta Central

• Estadísticas
• Orientación cívica
• Educación fundamental
• Escuela de periodismo Carlos Septién García
• Comisión de estudios y formación
• Programas de cursos
• Círculos de estudios
• Centros de educación rural
• Movimiento de maestros
• Vanguardias
• Educación escolar
• Comité reivindicador de los derechos de la familia en las escuelas

En relación con los cuatro organismos fundamentales, (Secciones 3,4,5y 6) son interesantes los asuntos que tienen que ver con:

• Comisiones de estudios y formación
• Comisiones de especialización de campesinas(os), empleadas(os), independientes, maestras(os), infancia.
• Educación fundamental
• Formación familiar
• Encuentros culturales de juventud
• Instituto de Cultura Femenina
• Revista Juventud

Sección 7 Asociaciones católicas relacionadas con la Acción Católica

• Movimiento familiar cristiano
• Club Dios y Montaña
• Congregaciones Marianas
• Unión Nacional de Padres de Familia
• Asociación Nacional de Sociedades de Exalumnos Católicos
• Guías de México
• Escuela de Servicio Social
• Instituto de Cultura Cristiana
• Alfabetización Laubach Mexicana
• Acción Cívica Nacional
• Agrupación Cultural de Maestros Mexicanos
• Unión Nacional de Estudiantes Politécnicos
• Ecole Sociale Populaire
• Confederación Nacional de Estudiantes Mexicanos
• Unión Nacional de Estudiantes Católicos
• Institutos Radiofónicos de México
• Asociación Nacional de Prensa Estudiantil
• Juventud Estudiantil Católica Internacional
• Federación Universal de Movimientos Estudiantiles
• Instituto Familiar y Social
• Juventud Estudiantil Católica Portuguesa
• Asociaciones de Padres de Familia
• Agrupación Católica Universitaria (Cuba)
• Federación de Escuelas Particulares, entre otras.

Por tanto este es un Archivo que se convertirá en una repositorio fundamental para el estudio de algunos temas de la historia de la educación en México."

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