9/7/13

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Para una lectura de la declaración de independencia de las Provincias Unidas en Sud América (1816): Colonialismo, subalternidades y políticas del nombre propio 
Álvaro Kaempfer 

"En mayo de 1810, el cabildo de Buenos Aires sancionó su autonomía frente a una España políticamente decapitada y encaró la construcción de un orden capaz de superar la crisis de legitimidad legada por la administración colonial tras las invasiones inglesas. Entonces, la fuga del Virrey y la respuesta de los vecinos habían debilitado la autoridad tradicional y, a la vez, estimulado la capacidad local de organización y defensa. Habían quedado abiertos el desafío de su recomposición y la disputa por su conducción política. La 
decisión autonomista agudizó los problemas de gobernabilidad al interior de la crisis del orden colonial y frente a los vacíos de conducción y liderazgo que experimentaba. A partir de entonces, la Revolución de Mayo buscaría responder al imperativo de contar con una institucionalidad cuya normativa caracterizase y regulase su frágil orden político. 

El debate surgido revisaría la trayectoria del colonialismo y terminaría reafirmando su continuidad en torno a Buenos Aires como su centro articulador. El problema volvió a aparecer en la Asamblea de 1813 y motivó, en 1815, el llamado a un congreso para el año siguiente. Si bien no fijó un marco normativo, esta instancia buscó suturar la fisura política en la trayectoria del colonialismo hispano en el Río de la Plata al redactando, firmando y declarando en Tucumán la independencia de las Provincias Unidas en Sud América, el 9 de julio de 1816. En ese texto, el Congreso de Tucumán fijó una política del nombre propio en relación con el cual narraba la emergencia de una nueva comunidad política, postulaba su genealogía y proyectaba su despliegue histórico.(1)

[...]

El relato de la declaración de independencia busca ordenar un mundo y una sociedad bajo amenaza de fragmentación y atomización. El caos y la disolución del universo cultural creado por el colonialismo eran amenazas a una comunidad cuya eventual liberación permitiría sortear estos peligros. Ante el temor a la dispersión, la narrativa emancipadora abre una ruta a la modernidad. Al hacerlo, sugiere la arquitectura política de la sociedad que independiza a partir del reclamo de su linaje occidental a través de una historia cuyo horizonte, bajo la crisis del colonialismo, cobra forma a partir de los espectros de su fragmentación. La ruptura que lleva a cabo la decisión independentista no podría sino producirse al interior del curso colonial y ser absorbida por su trayectoria, al menos en la noción que del colonialismo nos da Aníbal Quijano (236). Más aún, la declaración une ruptura y continuidad sobre una fórmula que localiza el imaginario político y universalista europeo de emancipación en coordenadas locales. La comunidad aludida, Provincias Unidas en Sud-América, es una ficción que surge en el relato para encarar la crisis de legitimidad, cohesión y proyección de la sociedad colonial. Es un recurso de carácter fundacional y decisivo que permite frenar la desintegración en base a una voluntad hegemónica que este nombre condensa y le permite, asimismo, reciclar su historia colonial."

(1) La reimpresión de esta declaración publicada en el número 6 del periódico El Redactor del Congreso Nacional que la dio a conocer el 23 de agosto de 1816 es la que aquí abordo (Museo Mitre 49-55). 

Típico dibujo esquemático para el aula
Revista "La Obra", 1945
Leer artículo completo en Decimonónica 4.1 (2007): 36-51. Copyright 2007
http://er-saguier.org/nationstatecrisis.org/archivo/lecturas/Para_una_lectura_de_la_declaracion_de_independencia.pdf

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