21/9/11

"La memoria de la infancia. Estudios sobre historia, cultura y sociedad" 
de Sandra Carli

“Hoy, los chicos son vistos más como consumidores que como escolares” (fragmentos)

18/09/11 

Según se adopte la mirada de la pedagogía, la justicia o el mercado, la forma en que se actúa sobre la infancia varía. La sociedad se ocupa más de los chicos, pero no siempre de mejor manera. 

Por Claudio Martyniuk

Volver al pasado para mirar la infancia es recobrar un tiempo de sutilezas intensas. Implica problematizar olvidos, sentir la fugacidad y la metamorfosis de la existencia, restaurar deslumbramientos, asumir pérdidas. 

Sandra Carli, que se ha especializado en rastrear sensibilidades, prácticas, relatos, saberes, ideologías e imágenes de la infancia, recopila una serie de indicios sociales presentes en los primeros años de los nacidos en la segunda mitad del siglo XX argentino. 

¿En nuestro país siempre se ha visto a la infancia de la misma manera o ha habido transformaciones en las miradas? En las últimas décadas del siglo XX en la Argentina se produjo una situación paradójica. Por un lado, la Convención Internacional de los Derechos del Niño dio mayor visibilidad global a la cuestión de la infancia, al mismo tiempo que se experimentaron cambios sociales muy drásticos que provocaron un gran deterioro de la situación infantil. El giro neoliberal de las políticas de Estado aumentó la pobreza infantil, que a fines de la década del noventa mostró indicadores alarmantes, al mismo tiempo que las miradas especializadas se tornaron más sofisticadas. La preocupación política por la infancia vino de la mano de los gremios docentes, de los movimientos sociales, de profesionales dedicados al trabajo con niños y de ciertos sectores políticos e intelectuales. 

El interés por los niños es creciente. Parece a veces que la publicidad, la TV y la escuela tironean de ellos, ¿no es así? Así como a principios del siglo XX los niños fueron objeto de estudio central de la pedagogía moderna para diseñar la escolarización como gran sistema cultural de formación de las nuevas generaciones, en pleno siglo XXI hoy son un público consumidor de particular valor comercial para el mercado. Son potenciales compradores de un amplio espectro de productos, publicitados en forma directa por la televisión, con la que tienen un contacto cotidiano durante muchas horas. Podríamos pensar que a medida que aumenta el interés de distintos agentes por los niños, cierta experiencia infantil resulta expropiada, más sujeta a las reglas de control y usufructo privado, que a los itinerarios del juego en el espacio público. Sin duda, es nocivo que hoy los chicos sean vistos más como consumidores que como escolares. 

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¿Desde qué superficies opera la memoria de la infancia? ¿Qué papel tienen lo visual y los olores? ¿Cómo restituir algo de esa experiencia perdida? La pregunta por la memoria de la infancia invita a explorar el arte, la literatura, la política, la poesía. Es notable cómo autores como Norah Lange o Arturo Jauretche, como tantos otros autores argentinos del siglo XX, se detienen en la memoria de infancia, con inquietudes estéticas y políticas diferentes, pero que ponen en primer plano el valor de los sentidos en el recuerdo de tiempos remotos, de la biografía personal pero también de toda una época. Mientras Lange ficcionaliza la infancia recordando sus visiones, lo que sus ojos registraban de la vida cotidiana en la casa familiar, Jauretche reconstruye sus memorias de infancia valorando todo aquello que había escuchado cuando era chico de boca de paisanos que en las pulperías hablaban sobre la vida en la pampa en el siglo XIX. 

¿La memoria de la infancia es conservadora? No lo creo. Me parece que irrumpe y a ella se retorna no de una manera conservadora sino muchas veces disruptora, inquietante. En el plano de las tradiciones intelectuales argentinas, la memoria de la infancia parece dar indicios acerca del devenir del pensamiento y de las posiciones del adulto. Los escritores buscan modular cierta coherencia entre las inquietudes del niño y la voz pública del adulto. 

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Usted ha trabajado básicamente sobre los nacidos en la segunda mitad del siglo XX. ¿Qué memoria es central en los nacidos en las décadas del cuarenta y el cincuenta, por ejemplo? Los recuerdos de infancia del peronismo de los años ‘40 y ‘50, que están muy recreados en la literatura y la pintura. Sin embargo, la historia oral o los estudios sobre la memoria han recuperado poco la experiencia histórica de los niños, siendo el peronismo una etapa importante para indagar porque los niños estuvieron muy presentes en diversos ámbitos, quizás con una mayor autonomía que en la actualidad. Es una memoria atravesada por un clima de época de mejoras sociales inéditas, fuertes conflictos políticos y fenómenos mundiales, a veces luminosa, y otras veces opaca, muy atada a la historia social y política de las familias, pero a la vez marcada por las miradas retrospectivas que la generación de los 70 hace de esa etapa. 

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¿En los ‘50 se forma una mentalidad de cierta clase media sobre la infancia? Los sectores medios, formados en un clima con inquietudes modernizadoras y de ascenso social, y nuevos saberes vinculados a la cultura y al psicoanálisis, manifiestan interés por renovar las formas de crianza y educación de los niños. Sin embargo, el término clase media es muy amplio y habría que distinguir internamente a los sectores medios profesionales, ligados a la vida en la ciudad, con sus instituciones de vanguardia y sus demandas e imaginarios en los años 50. La preocupación por la infancia está en los textos sociológicos, en el pensamiento de los movimientos políticos de izquierda, en el psicoanálisis, en la pedagogía, en el periodismo. Es una mentalidad con elementos de renovación cultural, pero también atravesada por valoraciones políticas del peronismo y su papel en relación con la infancia popular. 

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¿Qué rasgos tuvieron los jardines de infantes y la pedagogía del niño pequeño en los sesenta, en la dictadura y después, en el inicio de la democracia? Si bien el jardín de infantes es una institución propuesta en la obra de Sarmiento y desarrollada en el sistema educativo durante la primera mitad del siglo XX, en los años sesenta y setenta se produce un notable despliegue del mismo. Toma forma una pedagogía del niño pequeño, en la cual la obra de Hebe San Martin de Duprat es muy valiosa por su capacidad de pensar la complejidad y particularidad de las instituciones que reciben a niños de pocos años, y a su vez por promover el jardín maternal para atender con responsabilidad social y pedagógica a los bebes, hijos de madres trabajadoras, en barrios y villas. En las décadas siguientes se desarrolla el nivel inicial desde el punto de vista institucional, con álgidos debates respectos de su orientación y contenidos, pero invariablemente marcados por la sensibilidad por los primeros años de vida, como un tiempo fundacional de la vida de los niños. 

Sería bueno volver a identificar la infancia con los delantales blancos antes que con el marketing de un producto, ¿no es así? El delantal blanco puede ser un emblema del pasado o puede ser la pieza de un discurso político-cultural de más largo alcance que recupere el valor histórico de una tradición educativa y que ponga una nueva agenda en debate. 

Copyright Clarín, 2011. 















Reflexiones de la Dra. Sandra Carli, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, licenciada en Ciencias de la Educación, doctora en Educación de la UBA, investigadora del CONICET y escritora:

En la década del 30 la visión sobre la población infantil en la Argentina, como consta en la Nueva Argentina de Alejandro Bunge o en El Dolor Argentino de Alfredo Palacios, estaba imbuida por la problemática de la despoblación del país, con no pocas connotaciones eugenésicas. A una preocupación por el hambre y la pobreza que afectaban a la sociedad en su conjunto y en particular a los niños, cuestión denunciada en sus escritos por Julio Barcos y otros educadores de la época. Fue un núcleo central del debate de la década del 30 quién era el agente capaz de dar una respuesta eficaz a las necesidades de la población infantil, si la sociedad civil a través de sus asociaciones propias o el Estado a través de una intervención más protagónica en distintas áreas. No faltaron las voces que denunciaron el avance autoritario del Estado sobre las conciencias infantiles, pero invariablemente comenzaba a tomar forma lo que sería en pocos años el núcleo central de la experiencia peronista como es el papel de Estado como cuerpo de pertenencia imaginaria: la relación entre infancia y Estado - Nación se plasmaría en el lenguaje político y en la obra del gobierno.

La frase "Los únicos privilegiados son los niños" es emblemática en este sentido de la política dirigida a la población infantil que se puso en marcha durante los dos primeros gobiernos peronistas y que cristalizó en sus medidas y acciones políticas, buena parte de las cuestiones en debate y sin resolución de la década del 30. Esa frase, que se reiteró en los discursos públicos de Perón y Evita, condensó lo que podríamos denominar una "política de infancia" en tanto pieza central de la política estatal. Frase acuñada por Perón, repetida en sus numerosos discursos y por diversos funcionarios y en particular por Evita, e inscripta como slogan en objetos, lugares y eventos públicos, indicaba la aplicación de un principio de justicia distributiva contra los privilegios del pasado, pero su reiteración se articuló en forma más amplia con el imaginario del reconocimiento de derechos del niño que formó parte del período de entreguerras. Después de la Primera Guerra Mundial la sanción de decálogos de derechos del niño fue recurrente, adquiriendo una nueva dimensión en el marco de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por las Naciones Unidas en 1948. Sin embargo, en el caso del peronismo los derechos del niño quedaron subsumidos en los derechos de la familia en tanto órgano central de la sociedad. En 1949 la sanción de la nueva Constitución incluyó en el capítulo III los "Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura", definiendo a la familia como núcleo primario y fundamental de la sociedad, que debía ser objeto de preferente protección por parte del Estado, y que comprendía la protección del matrimonio, de la unidad económica familiar, del bien de la familia y del madre y del niño.

El peronismo diseñó una verdadera política generacional que pretendía en el tiempo largo ser eficaz en la modulación de una nueva cultura política en gestación. En el primer gobierno se tomaron diversos tipos de medidas tendientes a dignificar desde el punto de vista social la situación infantil, en un intento por eliminar las flagrantes desigualdades existentes entre los niños de distintos sectores sociales. En el segundo gobierno las medidas se orientaron a "politizar  la relación con la niñez, hecho que se verifica en distintas áreas formando parte de la estrategia de afirmación doctrinaria del peronismo: en un acto en Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1950, Perón anunciaba que "en la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños" y esto pasó a formar parte de las "20 verdades del Justicialismo Peronista". Como señaló en alguna ocasión Perón, si el primer gobierno se había ganado con el voto de los hombres y el segundo con el de las mujeres, el tercero se ganaría con el voto de los niños.

Niños y jóvenes durante el peronismo fueron interpelados a formar parte de un orden político en gestación y fue Eva Perón la que, en su obra de gobierno y en sus discursos públicos, llevó adelante una radicalización de esa interpelación al postular que los niños más pobres serían las "vanguardias políticas del futuro", como destacó en sus discursos públicos y en las páginas del diario Democracia.

En esa política de infancia del peronismo, en la que es posible identificar ecos y marcas del debate internacional pero también particularidades locales, la idea del bienestar infantil sintetizó el conjunto de acciones de gobierno que entre 1945 y 1955 se llevaron adelante. Una acción distributiva - hoy añorada - marcó la actuación del Estado en relación con la población infantil, produciendo el cierre del ciclo de la beneficencia privada y la inauguración de la asistencia social del Estado. La diferencias del peronismo y en particular de Eva Perón con la Sociedad de Beneficencia, que fue intervenida en 1946, formaban parte del choque entre concepciones privadas y estatales respecto de la atención al más pobre. Fueron el punto de partida para la creación de la Dirección Nacional de Asistencia Social en 1948, entre cuyas misiones estaba la "asistencia social integral" a la minoridad. La creación en el mismo año de la Fundación de Ayuda Social, en 1950 denominada Fundación Eva Perón, fue opacando la acción de la Dirección y alcanzó una notoria importancia tanto desde el punto de vista presupuestario como el conjunto de acciones que llevaría adelante. En el enfrentamiento entre Eva Perón y la Sociedad de Beneficencia se hicieron evidentes las miradas antagónicas de la infancia pobre: mientras la Sociedad convalidaba a través de políticas de caridad la desigualdad de posiciones sociales de los niños, Eva Perón pretendió con su política asistencial - con no pocos rasgos redentores - alterar esas posiciones colocando al niño pobre en condiciones de igualdad con otros niños. No sólo colaboró en ello la mirada de la política asistencial en Europa, con la que tuvo contacto Perón entre 1939 y 1941, y Eva Perón en 1947, sino la propia historia de Evita que había vivido una infancia pobre y sin reconocimiento social, por ser hija natural de un estanciero. La intervención de la Sociedad de Beneficencia incluyó una serie de medidas tomadas en las instituciones bajo su dependencia orientadas a una mejor identificación de los niños, a la prohibición de signos utilizados (uniformes y medallas, entre otros) y a la apertura de los institutos de menores, que cristalizaban el deseo de la Primera dama de eliminar estigmas y exclusiones.

La construcción de hogares de tránsito, de escuelas de enfermeras, de la Ciudad Infantil y de la Ciudad Estudiantil, de colonias de vacaciones, de hogares para ancianos y clínicas de recuperación infantil, la edificación de miles de escuelas en todo el país y de policlínicos en el Gran Buenos Aires y las provincias del norte y del litoral, fueron algunas de las acciones más importantes que implicaron la llegada directa del Estado a la población infantil. Acciones que formaron parte de la ampliación notoria de las funciones estatales que se produce entre 1945 y 1950. Los Campeonatos Infantiles "Evita" que comenzaron en 1948, y los Campeonatos Juveniles Deportivos "Juan Domingo Perón" que se inauguraron en 1953, coronaron la acción estatal con un alcance sin precedentes, si tenemos en cuenta el salto de 100.000 niños inscriptos en 1953. Niños y jóvenes que a partir de su participación en los campeonatos recibían atención médica, ropa y calzado, y becas de estudio, entre otras.

La metáfora de la Nueva Argentina representó la aspiración de Perón de diseñar una comunidad organizada, un orden pensado desde un modelo orgánico de Estado - sociedad en el que se avanzaría hacia una nueva armonía cultural, y el niño fue una pieza paradigmática de esa construcción. El modelo de Estado intervencionista de Perón debía asistir al niño de la Nueva Argentina desde la crianza familiar hasta los estudios de la juventud, y debía dar lugar a una relación sin mediaciones entre líderes políticos y niños y jóvenes. Desde la infancia se ingresaba en la malla del Estado que en una sociedad democrática debía estar presente en el hogar y en el barrio, en la escuela y en el trabajo. Esta capilaridad del Estado y la política moduló la vida cotidiana infantil, disminuyendo la distancia que tenían los niños con la escena pública y dando lugar a diversos tipos de experiencias, que oscilaron entre la empatía o la adhesión y el rechazo o la distancia.

La Ciudad Infantil Amanda Allen inaugurada en la Capital Federal el 14 de julio de 1949, y la República de los Niños inaugurada en la ciudad de La Plata en 1951 simbolizaron esta aspiración de una Nueva Argentina capaz de producir otro orden social y cultural.

La Ciudad Infantil fue un experiencia emblemática en tanto cristalizó, más que ninguna otra, la intervención del Estado por el bienestar infantil de los niños pobres combinando asistencia y educación. Asistían niños de 2 a 6 años, algunos en calidad de internos y otros de externos. Fue también un producto de exportación de la obra peronista, un medio de difusión internacional de una obra de gobierno; testimonios de ello son las fotografías existentes que destacan una arquitectura hecha a medida del niño con instalaciones muy bien equipadas y atendidas por gran cantidad de personas. Los testimonios sobre esa experiencia destacan la preocupación estética para que la ciudad tuviera lujosas comodidades, las tensiones producidas entre maestras (graduadas del Instituto del Profesorado Sara Eccleston) y el resto del personal y las situaciones paradójicas que se generaban debido al contraste entre la pobreza de las familias de los niños y la disponibilidad ostentosa de recursos de la institución.

La República de los Niños fue inaugurada el 26 de noviembre de 1951 y constituyó un parque para el esparcimiento infantil y para el aprendizaje de los derechos y obligaciones sociales de la democracia. Considerada el primer parque temático de América Latina, fue visitada por Walt Disney e inspiró su Disney World.

Tanto la Ciudad Infantil como la República de los Niños fueron verdaderos escenarios que simbolizaron los ideales del peronismo, con sus estrategias formativas y asistenciales y con sus estrategias de propaganda. Ese niño que por derecho y deber del Estado merecía acceso y bienestar, sería en el futuro un "niño peronista".

La intervención del Estado pretendía así llegar a las zonas más profundas de la formación infantil. A partir de la nueva reglamentación para la aprobación de libros de texto de 1951 los nuevos libros de lectura aprobados se ajustaron a los principios del Segundo Plan Quinquenal, correspondiente al período 1953 - 1957, en el que se pretendía instalar la orientación doctrinaria del peronismo, postulándose que la educación debía tener por objetivo "realizar la formación moral, intelectual y física del pueblo sobre la base de los principios fundamentales de la doctrina nacional peronista".

Estos libros y otras publicaciones para niños generadas por la Dirección General de Relaciones Culturales y Difusión del Ministerio de Relaciones Exteriores, hicieron evidente la incorporación de contenidos políticos en la formación infantil como el interés de intervenir activamente en la producción de identificaciones políticas desde la infancia. En los libros de la década del 50, no están presentes sólo los próceres del pasado sino también Perón, Evita y su obra de gobierno. La reacción de algunos sectores contra la progresiva politización del discurso escolar y el aumento de la conflictividad política del segundo gobierno peronista (1952 - 1955) ante las rupturas de las alianzas iniciales con la Iglesia que permitieron el acceso de Perón al poder, convirtieron a la enseñanza y a la lectura en una batalla invisible.

La literatura, los testimonios autobiográficos, la fotografía, el cine, la pintura, nos acercan - sea a través de documentos históricos o de ficciones -, a las condiciones de vida de la niñez. En distintos soportes, la memoria de la infancia de las décadas del 40 y del 50 es a la vez notoriamente emotiva y mitificada, lo que permite por un lado dimensionar el cambio producido entonces en las condiciones de vida de los niños y por otro señalar que el peronismo construyó una verdadera puesta en escena para la niñez que se recuerda por experiencia directa, o que se reconstruye a partir de su transmisión a otras generaciones, o por su notoria ausencia o destrucción.

Los cuadros del pintor Daniel Santoro, nacido en 1954, son un material muy interesante para acercarse a la experiencia infantil durante el primer peronismo en tanto recrean esa imaginería de la infancia creada por el peronismo con su componente mágico y a la vez violento. Santoro revive en sus cuadros "ese vasto territorio que fue el Estado protector peronista , a partir de la recreación de las imágenes de publicaciones para niños que circularon en la época, muchas de las cuales se encuentran en la Biblioteca Peronista del Congreso de la Nación, caracterizadas por la calidad gráfica y por las combinaciones de estéticas. Si la exploración del universo icónico del peronismo muestra cómo el poder se hizo visible y omnipresente, los cuadros de Santoro despliegan la representación imaginaria de una época, la "promesa de felicidad del peronismo" según palabras del pintor. La ley Nº 4.161, del 5 de marzo de 1956 precisamente estableció la prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista (Boletín Oficial 9/3/1956) estableciendo en su artículo 1º la prohibición de utilizar con fines de afirmación ideológica peronista "imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del peronismo". Lo que prohibió este decreto fue un verdadero universo simbólico que impactó en la experiencia infantil que excedían las cuestiones de orden político - partidario, en tanto fue un universo simbólico afín con el imaginario infantil.

Los testimonios autobiográficos, que constituyen otra fuente inestimable para acercarnos a la memoria de infancia del peronismo, destacan el impacto de medidas vinculadas con el acceso a los beneficios básicos (educación, alimentación y salud, entre otros) y con la equiparación social de los niños. Testimonios diversos recuerdan a la movilización barrial para lograr que todo niño asistiera a la escuela, el reparto de juguetes, las primeras vacaciones familiares, el juego y el deporte en parques y plazas públicas y, la importancia de los clubes en los barrios. El acceso de todos los niños a beneficios comunes puso en crisis las diferencias sociales cristalizadas en ciertos hábitos familiares. Las políticas de infancia del peronismo implicaron una conmoción en el hasta entonces desigual reparto de derechos y privilegios de la niñez.

Pero en la memoria de la infancia están también presentes las huellas de los antagonismos políticos de la época, instalados entre familiares y vecinos, entre padres e hijos, y entre niños en el juego doméstico y cotidiano de la política, podríamos decir un componente de infelicidad provocado por la política. Antagonismos vinculados con la confrontación entre peronismo y antiperonismo y promovidos por las revistas infantiles como Mundo Peronista, creada en 1949, e iniciadora de un modelo de revista para niños que a diferencia de Billiken se centraba en el niño en sí. Pero también antagonismos políticos que dejaron sus huellas en la experiencia infantil a partir del impacto del golpe de 1955 que produce un corte traumático en las trayectorias familiares de vastos sectores sociales simpatizantes y a la vez beneficiados por las políticas peronistas.

Los niños en el peronismo y de los niños del peronismo se confunden en una década en la que se combinaron el acceso de vastos sectores sociales a los beneficios de la modernidad, a una justicia social para los niños y el aumento de las tensiones políticas entre distintos sectores, generaciones, hombres y mujeres. Tensiones que se distancian de esa aspiración peronista a una "fraternidad justicialista", a convertir al país en una "gran familia".

El mensaje de Eva Perón pronunciado en la Navidad de 1951, leído en su lecho de enferma y difundido por la Cadena Nacional de Radiodifusión, nos trae algo de esa aspiración, que prologa los conflictos que años después y en buena parte del siglo XX atravesaron al país:

"Yo sé que dentro de muchos años, cuando en esta misma noche los argentinos se dejen acariciar por el recuerdo y retornen sobre sus alas al pasado, llegarán a estos años de nuestra vida y dirán melancólicamente: entonces éramos más felices. Perón estaba con nosotros. Porque la verdad, la indudable verdad es que todos somos ahora más felices que antes de Perón. No tanto por los bienes materiales que poseemos, cuanto por la dignidad que nos dio con su esfuerzo infatigable. Si nuestra felicidad residiese solamente en las riquezas materiales, no tendríamos derecho a ser dichosos. Pero nos sentimos felices porque en el seno de la gran familia justicialista que formamos, todos somos hijos iguales de la misma Patria, con los mismos derechos y los mismos deberes".

El primer peronismo materializó de manera inédita la idea de que los niños debían ser "hijos iguales de la misma Patria", pero lo que estaba en juego era en todo caso la construcción de la patria para las generaciones adultas, teniendo en cuenta los consensos y disensos que la atravesaban en el presente y que la atravesarían en el futuro.


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Accesos en la web:

"CLASES MEDIAS, PEDAGOGIAS Y MISERIA SOCIAL EN LA HISTORIA RECIENTE DE LA ARGENTINA. EL LUGAR DE LA INFANCIA (1955-1976)".
http://168.96.200.17/ar/libros/anped/1418T.PDF
"Memoria e infancia" (2002) 
"Miradas de la Infancia desde la Argentina. Los sentidos de la crisis." (2003)
"Memoria y experiencia infantil" (2004) 
http://lanic.utexas.edu/project/laoap/iigg/dt38.pdf
"INFANCIA, CULTURA Y EDUCACIÓN EN LAS DÉCADAS DEL 80 Y 90 EN ARGENTINA" (2005), www.udesa.edu.ar/files/Public/Doc/Escuela-Edu/DT15SCARLI.DOC
"Las identidades fluctuantes de la infancia moderna. Entrevista a Sandra Carli",
"Entrevista a Sandra Carli" (2009)
dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=3648994&orden=0
"LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN EL ESCENARIO GLOBAL. Comunidades interpretativas, historia del presente y experiencia intelectual". (2009)
"Niños, ciudades y educación. De las metrópolis del siglo XIX a las nuevas ciudades del siglo XXI". 

El nuevo libro:

La memoria de la infancia explora las transformaciones de las miradas sobre la infancia y los niños en la segunda mitad del siglo XX en la Argentina. Reúne un conjunto de estudios que exploran los vínculos entre historia, cultura y sociedad a través de singulares indagaciones: la memoria de la infancia en los textos autobiográficos; las representaciones sobre la infancia en la pintura; los vínculos entre psicoanálisis de niños y educación; las tesis sobre la socialización de los niños en las clases medias urbanas; la conformación de la pedagogía del nivel inicial; las imágenes de la crisis de fines del siglo XX en las fotografías infantiles. Si la pregunta por la infancia constituye un analizador privilegiado del devenir histórico, este libro recorre las mutaciones que se han producido en la experiencia infantil en un ciclo de profundos cambios económicos, políticos y culturales, poniendo el foco en las formas en que la infancia ha sido recordada, pensada, interpretada, representada, estudiada, en distintos períodos y desde distintas perspectivas. En este sentido, explora las particularidades del pensamiento sobre la infancia en un tiempo en el que los niños concitaron un fuerte interés para la sociedad adulta.


Presentación de la obra, martes 4 de octubre, 19:30 hs.


Presentación- La memoria de la infancia

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