4/9/11

1º de setiembre
Día del Archivero del Mercosur

Discurso pronunciado por la Mgter. Marta Zusana Rufeil en conmemoración del natalicio del Dr. Aurelio Tanodi, por el cual se instituyó el Día del Archivero del Mercosur. 

La memoria es el espacio donde se construyen las identidades de los pueblos. Los hombres, las instituciones, las culturas, giran alrededor de ese ejercicio que significa recordar. Es que al recordar, se define, con más nitidez, el rostro que nos particulariza y nos singulariza. Nuestra identidad. 

Pero también, recordamos para volver menos precarias nuestras existencias. Para enfrentar al olvido y retener aquello que más queremos, lo que quisimos, lo que ha dejado de ser. Para seguir caminando con los que fueron nuestros compañeros. Para seguir aprendiendo de los mayores. Para dejar las huellas a los que vienen detrás nuestro. Para rememorar la alegría de saber que no estamos solos en este discurrir de la vida. Para fijar los afectos y también para mitigar las ausencias y las penas. 

Así, hacemos memoria. Como personas, pero también, como parte de una comunidad mayor en la que discurre nuestra vida de hombres. 

Una memoria individual y una memoria colectiva emergen, pues, en esta acción de recordar. Se entremezclan, se fusionan en una especie de lucha contra la precariedad, el olvido, la desaparición. 

Hoy, hacemos un ejercicio de memoria. Lo individual, lo personal, se confunde con lo colectivo, lo social. Por eso se entreveran en mis palabras, el afecto con la admiración, la tristeza de la pérdida con el reconocimiento de las certezas de una vida que fue de todos, por su ejemplaridad, por su contundencia de valores. 

Homenajeamos a Aurelio Tanodi. Ya no está físicamente entre nosotros. Rememoramos su rostro, escuchamos su voz, retenemos sus gestos, accedemos a la comprensión de su mirada. Lo recordamos. Construimos su memoria Y entonces, al hacerlo, definimos una manera de estar y ser en el mundo Un intelectual. Un docente. Un investigador Un buscador de la sabiduría. Pero, por sobre todo, un hombre de su tiempo. Un tiempo paradójico Largo, demasiado largo Un siglo XX en el que se entremezclan los acontecimientos que vitalizaron y también destruyeron buena parte de la civilización occidental. Años insólitos por los avatares, por las precariedades resultantes, pero por sobre todo, duros, difíciles, intempestivos. Años signados por los viajes, los exilios, los desarraigos. 

Pero también, motivadores de búsquedas y ratificadores de certezas y creencias. Todo eso corresponde al avatar existencial del Doctor Tanodi. 

Una vida en que la intemperancia lo llevó a derroteros impensados. Desde su Croacia natal a otros países europeos para recalar finalmente en esta Argentina. Desesperanzas, interrogantes jalonaron este largo y fecundo recorrido Y digo así porque se alzó desde la precariedad y la instantaneidad a la demarcación de un espacio que sería el suyo y con eso haría suyo el espacio familiar. 

¿Se imaginaría en ese constante deambular que haría de Córdoba, su espacio de producción, de construcción, de vida? ¿Supondría acaso que su pasión por el conocimiento lo llevaría desde la Filosofía, la Historia Medieval, el Derecho a los archivos como posibilidad de ordenar y sistematizar la experiencia humana en todos sus aspectos? Sospecharía en algunas, casi aciagas circunstancias de su existencia que sobreviviría a la indigencia y podría estudiar, producir, investigar? 

Podemos afirmar con certezas que su voluntad, su esfuerzo, su tenacidad le permitirían el logro de sus objetivos, La creencia en un orden superior digitado por un Ser Supremo lo habilitó desde el cristianismo a la esperanza de un mundo mejor y de un más allá que lo cobijaría. Pero además su esperanza en el hombre, sin distinciones ideológicas pero basada en el reconocimiento de la racionalidad, del conocimiento, de la libertad lo llevarían a explicar en una suerte autobiografía: “Quedé fiel a mi decisión de trabajar por Argentina y por América Latina al margen de las fluctuaciones políticas e ideológicas. Bregaba en un campo científico que tiene tanta repercusión silenciosa pero fundamental en la investigación histórica y organización administrativa, en la educación e información. Con palabras y conducta había que recomendar a los alumnos y colaboradores el camino de perseverancia en el trabajo sistemático a pesar de todo. Mostrar que en algunas vidas se sube a los triunfos por escalones de fracasos. Los obstáculos hay que superarlos, Ir adelante con moderado optimismo que busca en cada hombre lo bueno que hay en él”. 

Me escucho a mí misma al leer sus palabras y me digo ¿Qué más hermosa lección de vida para nosotros, miembros de esa Escuela que tanto desvelos y sacrificios le costó? 

¿Qué mayor trascendencia que el camino de la honestidad moral consigo mismo? 

¿Qué mejor memoria que la de recuperar sus huellas y hacerlas indelebles en el reconocimiento y la permanencia de su persona entre nosotros? 

Que no sean palabras que se disipen en el tiempo Que sean acciones que trasunten ese amor por el conocimiento, ese respeto por los hombres, ese compromiso con la Historia y con el mundo. En definitiva que su vida sea un lección permanente para todos nosotros y los que vendrán.

Fuente: http://www.archiveros.info/profiles/blogs/el-dr-aurelio-tanodi


In memoriam, Aurelio Tanodi
La Razón
La labor de los archiveros es silenciosa, pero sin ellos no sería posible recuperar la memoria




Se fue uno de los gigantes de la archivística americana, al bordear los 97 años. Aurelio Tanodi nació el 1 de septiembre de 1914, en Hum (Zagreb) Croacia; murió en Córdoba, Argentina, el 14 de julio del 2011.

Tanodi realizó estudios de historia, filosofía y derecho y archivología en la Escuela de Paleografía y Archivología del Archivo Secreto Vaticano (1947-1948) y bibliotecología en la Biblioteca Apostólica Vaticana (1947-1948).

Arribó a Buenos Aires en 1948. Al serle reconocida la ciudadanía argentina el 29 de agosto de 1952, confesó: “Me arrodillé y besé la tierra”. Su obra fue monumental. En 1959 creó la Escuela de Archiveros: “La concebí como un instituto; además de enseñanza debía funcionar como un centro de investigaciones, asesoramiento, coordinación y extensión archivística”. Ese primer esfuerzo no se consolidó por falta de presupuesto e interés. Sin embargo, no desmayó. Impulsó las Jornadas Archivísticas y cursos rápidos en los cuatro puntos cardinales de su patria adoptiva: “Dictaba cursillos de una semana en varias ciudades argentinas, se hicieron asesoramientos, se publicaron libros, monografías y artículos”.

Federico Finó lo vinculó con la Unesco, Charles Kecskemeti con el Consejo Internacional de Archivos y T.R. Schellenberg con el historiador y archivista boliviano Gunnar Mendoza y los colegas latinoamericanos en la Primera Reunión Interamericana de Archivos y con el Comité de Archivos del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, que patrocinó el Centro Interamericano de Desarrollo de Archivos (1972) en la Escuela de Archiveros de Córdoba. Allí, hasta su cierre en 1988, Tanodi impartió cursos anuales y temporales en beneficio de los archiveros latinoamericanos. “Hubo luminosos éxitos, alegrías y satisfacciones, apoyo desde arriba y desde abajo... A mis alumnos los miraba un poco con ojos de padre”, dijo en una oportunidad.

Este gran humanista fue amigo de Bolivia a la que apoyó desde siempre, sobre todo a la bella Santa Cruz de la Sierra, organizando el Archivo Histórico Departamental de Santa Cruz y cursos de formación archivística. Su trayectoria fue reconocida en vida. La OEA publicó De archivos y archivistas. Homenaje a Aurelio Tanodi (Córdoba, 1979), la Universidad de Colonia (Köln, República Federal de Alemania) le otorgó el título Doctor Philosophiane Honoris Causa (1984) y el VIII Congreso de Archivos del Mercosur le reconoció como Socio de Honor (Montevideo, 2009), junto a M. Vásquez, A. Heredia y V. Cortés.

Su obra archivística es vasta. Branka Tanodi compiló la relación total de sus escritos, que alcanzan a 155 ítems. Su primer artículo fue Najstariji dokumenat varazdinske povijesti (El documento más antiguo de historia de Varazdin, 1939) y el último “Regionalización de la enseñanza archivística y el CIDA” (1988).

Periodista: Luis Oporto Ordóñez
Historiador

Véase nuestra entrada del 18/7/11

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